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Jueves, 18 Abril 2024

Recursos

Cinco principios básicos para trabajar en casa

 

Una de las publicaciones más interesantes de la Red sobre el mundo del teletrabajo es, sin lugar a dudas, «Home Office Warrior». De ahí, extraemos un completo artículo en el que nos ofrecen los cinco consejos fundamentales que hemos de tener en cuenta si vamos a trabajar desde nuestro domicilio.

La idea que traslada, es que trabajar en una oficina y teletrabajar no pueden ser dos planos totalmente separados, sino que hemos de hacer lo posible por trasladar nuestros hábitos y rutinas laborales a nuestro hogar.

Repite conmigo: ¡estoy trabajando!

Es importante que si trabajamos en nuestra casa seamos no sólo capaces de crear un ambiente de trabajo, sino de transmitir a las personas que nos rodean de que estamos trabajando. Tenemos que dejar muy claro que no aceptaremos interrupciones por cosas banales, para salir a pasear o para recibir llamadas de teléfono intrascendentes.

La realidad es que al estar en casa muchos no asumen que nuestra casa es nuestra oficina y asumen que sigue siendo ese espacio en el que visitar a los amigos. Es importante por lo tanto tener nuestro propio horario, como si estuviésemos en la oficina: respetarlo y hacerlo respetar, ser estrictos a menos que no haya algo realmente urgente que requiera nuestra atención.

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Autodisciplina

Si la primera fuente de distracción proviene normalmente de nuestro entorno familiar/social, la segunda (cuando no la primera) es nuestra falta de disciplina. Al trabajar en casa, donde «teóricamente nadie nos controla» las distracciones a las que nos exponemos son bastante numerosas. El simple hecho de tener a mano una televisión en la que desconectar «unos minutos», un frigorífico para prepararnos un tentempié o un cómodo sofá en el que leer la prensa, no nos ayudan precisamente a concentrarnos.

Si a esto le sumamos que en casa hay muchas otras cosas que requieren nuestra atención, como ese grifo que gotea, la compra del fin de semana, o los niños que ése día no tiene colegio, nos enfrentamos a un escenario en el que hace falta disponer de altas dosis de autodisciplina para trabajar lo justo y necesario, sin arrastrar nuestra jornada laboral a 12 o más horas por las constantes «intrerrupciones».

No escatimes en tecnología

Casi todas las personas que trabajan desde sus hogares suelen hacerlo con un ordenador conectado a Internet. La mayoría de la información con la que trabajan está almacenada en el disco duro de ese ordenador, así como sus contactos, calendarios, proyectos, etc. Con esto queremos decir que la tecnología es, para el teletrabajador, su medio de vida, por lo que no puede permitirse el lujo de confiar en equipos obsoletos o conexiones ADSL con un servicio de soporte que brilla por su ausencia.

Además, el teletrabajador deberá tomar la precaución de realizar copias de seguridad de todo su trabajo si no quiere, el día menos pensando, comprobar espantado como se derrama su zumo de naranja sobre la CPU, se produce un cortocircuito y pierde todos sus preciosos datos hasta saber cuándo. Además no está de más tener un equipo B por «si acaso» que nos saque de un apuro y que, evidentemente, no tiene por qué ser de de último modelo.

 

 

Productividad y organización

No pretendemos en MuyPymes convertir a todos nuestros lectores en fanáticos del GTD, pero almenos sí que recomendamos unas bases mínimas de organización del espacio de trabajo. Resulta bastante frustrante pasar media hora buscando ese archivo tan importante que hemos almacenado en no se sabe qué directorio, o encontrar esa tarjeta en la que hemos apuntado «ése número indispensable».

Muchos son de la idea de «yo me organizo en mi caos» y es verdad que las personalidades creativas suelen tender hacia la dispersión y la desorganización pero aún así, las bases de un orden mínimo son importantes.

Nuestro espacio propio

Lo ideal es que el teletrabajador pueda disponer de una habitación propia en su hogar que pueda considerar «su oficina». En muchos casos esto no es posible, pero aún así, ha de hacer lo posible por crear un espacio que sea suyo, propio, de nadie más. En el fondo, la idea que subyace es trasladar esa parte de la gran oficina en la que estamos acostumbrados a trabajar a nuestro domicilio, un espacio al que nadie se le ocurriría entrar sin preguntar o desordenar nuestras cosas.

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