El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, avanzó que, al haberse roto el diálogo social, la propuesta realizada por el Gobierno a los agentes sociales de reducir las cuotas a la Seguridad Social de las empresas hasta 1,5 puntos ya «no existe y no forma parte de la agenda del Gobierno».
Según recordó Corbacho, el Gobierno rechazó desde el primer momento la propuesta de la CEOE de rebajar las cotizaciones cinco puntos por ser inviable, pero entendió que un recorte del 0,5% y del 1% sólo en 2010 podría ayudar a los empresarios.
Sin embargo, la CEOE consideró insuficiente esta propuesta y no firmó el acuerdo propuesto por el Gobierno. Tras este desencuentro, el ministro de Trabajo dejó claro que «algunas de las propuestas, cuando se ponen sobre la mesa y no se llegan a acuerdos, desaparecen» y, en efecto, el resultado es que en los planes del Gobierno ya no está que los empresarios puedan beneficiarse de rebajas en las cuotas, ni siquiera de 1,5 puntos.
Así, Corbacho mandó un aviso a navegantes: «la ventaja de firmar un acuerdo es que quizá no hayas alcanzado el 100% pero has conseguido algo, y cuando hay desacuerdo, te quedas con tu propuesta de máximos«.
En la misma línea, el titular de Trabajo volvió a rechazar una reforma laboral en los términos planteados por la CEOE, que pedía una nueva modalidad de contrato con una indemnización por despido de 20 días por año. En este punto, consideró que cualquier reforma laboral debe abordarse en el marco del nuevo modelo económico, por lo que «llevar la discusión a si el contrato de extinción es de 20 días es un análisis bastante simple» y «no va al fondo de la cuestión».
Sin embargo, el ministro de Trabajo no se mostró contrario a plantear una reforma del mercado de trabajo a largo plazo y con la vista puesta en una mayor «flexibilidad funcional y geográfica», pero no a costa de la seguridad de los contratos. «Inevitablemente, el mercado laboral deberá ser más flexible y adaptable, pero la flexibilidad no es precariedad», aclaró.
Además, indicó que la ‘flexiseguridad’ de la que habla la CEOE, y que tiene como ejemplo a seguir el modelo de mercado laboral vigente en Dinamarca, lleva asociada una alta presión fiscal, algo que entra en contradicción, a su juicio, con las aspiraciones de reducción de costes de la patronal.
