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Viernes, 19 Abril 2024

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Cinco consejos para evitar los impagos

Una de las consecuencias más dramáticas de la crisis económica es la actual ola de impagos que están sufriendo muchas pymes y autónomos, que se une además a las grandes dificultades que encuentran para acceder a la financiación.

Sin embargo, y aunque es casi imposible incurrir en algún tipo de riesgo de impago, lo verdaderamente importante es que no sea tan elevado como para poner en peligro la liquidez de la empresa y, por tanto, su viabilidad.  En Axesor nos muestran qué necesitamos saber para evitar llegar a esta situación.

Determinar si nuestra compañía opera con un nivel de riesgo aceptable

Existen empresas que, ya sea por el sector en el que operan, su tamaño o reciente creación, presenta por defecto más riesgos de impago que otras. En este sentido, se puede determinar si una compañía opera dentro de un nivel aceptable de riesgo a través del análisis de los siguientes factores:

1. El Fondo de Maniobra (Capital Circulante) debe ser positivo.
2. Se ha de contar con flujos de caja amplios y continuados en el tiempo.
3. El Ratio de Flujo de Caja Libre sobre Deuda Financiera debe estar alrededor del 20-25%
4. Los recursos propios no deben ser inferiores al 35% del total pasivo.
5. Es necesario también determinar si los activos libres de cargas con que cuenta la empresa pueden atender a los compromisos de deuda en caso de impago.
6. Los beneficios deben ser estables y continuados en sectores consolidados y crecientes en sectores en crecimiento.
7. El nivel de rentabilidad debe ser acorde a la madurez del sector, siendo aceptable una rentabilidad menor en sectores maduros y deberá ser mayor para sectores en desarrollo.
8. Las ventas deben seguir una tendencia creciente, siendo los incrementos aceptables en función del sector y de su madurez.
9. Se debe evaluar el compromiso de los accionistas con la empresa a través de su disponibilidad para poner su patrimonio en garantía de la deuda.
10. Por último, también es importante, en la medida de lo posible, conocer la capacidad y experiencia en crisis de los gerentes y accionistas de la empresa.

Investigar los riesgos a los que está sometido el sector en el que se opera

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Es igualmente importante saber cuál es el riesgo del sector en el que se opera para evitar sorpresas. Prueba de ello la tenemos en la reciente historia económica con sendas burbujas económicas, la tecnológica de finales de siglo y la de la construcción cuyas consecuencias se están pagando en la actualidad.

En el caso de estar operando en un sector de especial riesgo, sería conveniente valorar la diversificación del negocio hacia mercados y perfiles de clientes más seguros que, aunque su rentabilidad se estime menor a priori, puedan servir de colchón en caso de caída del sector de actividad principal. Para determinar los riesgos a los que está sometido el sector es necesario analizar:

1. La madurez del mercado, ¿es un mercado nuevo o ya maduro y consolidado?
2. La relación del sector con el momento del ciclo económico
3. El tipo de necesidad que satisface, ¿es primera necesidad, se trata de bienes de equipo o es un producto de lujo?
4. La existencia o amenaza de productos sustitutivos.
5. Las barreras de entrada. En términos de necesidades de capital, aspectos regulatorios, o requerimientos tecnológicos.
6. También es muy importante realizar un análisis de la competencia, qué otros jugadores operan en el sector, su nivel de riesgo y el grado de competencia.
7. Los márgenes con los que opera la industria, ¿son sólidos o se encuentran en tendencia decreciente?
8. El número de proveedores y posibilidades de sustitución.
9. Si existe algún tipo de barrera de salida.
10. La posibilidad de apoyo público al ser considerado un sector estratégico.

Valorar y limitar el riesgo de la cartera de clientes con los que se está operando

Es imprescindible analizar la información referente a la estructura, operativa y situación financiera, como hemos visto, tanto de cada uno de los clientes como de la cartera en su conjunto. Para ello, es necesario realizar un análisis cuantitativo y cualitativo con el que elaborar un mapa de riesgo de morosidad de la cartera de clientes.

1. Ámbito de actividad.
Es importante conocer el sector de actividad y el ámbito geográfico en el que se desarrolla la actividad del cliente.

2. Estructura societaria y avalistas.
Tiene especial relevancia la antigüedad de los administradores en el cargo, posibles negocios paralelos y el tipo de vinculación entre ellos. También es importante saber si existen garantías personales de los socios o gerentes en favor de la sociedad.

3. Fuentes de financiación.
Es necesario conocer cuáles son las fuentes de financiación tanto bancarias como no bancarias para verificar el nivel de endeudamiento con otras entidades que registra una empresa.

4. Inversiones acometidas.
Es necesario conocer tanto el número de inversiones, el plazo y el importe designado, así como el retorno de la inversión estimado y las fuentes de financiación a las que se ha recurrido para ejecutarlas.

5. Diversificación del ciclo productivo.
Determinar el número de clientes de la empresa analizada con los que opera a plazo, es fundamental para el cálculo del nivel de riesgo. Un número reducido implicaría mayor riesgo que una cartera de clientes muy diversificada, por ejemplo.

6. Diagnóstico económico-financiero y valoración de la capacidad de reembolso.
En la capacidad de reembolso influyen factores como la liquidez, solvencia, facturación, rentabilidad de negocio, liquidez, así como su tamaño, pero por encima de todo cuentan las políticas de gestión de la tesorería, gestión del riesgo y la gestión de cobros.

7. Incidencias judiciales e incidencias con las administraciones públicas.

Es previsible que una incidencia por impago de este tipo se deba a la falta de liquidez de la empresa e incluso puede ser un indicativo de un inminente estado de insolvencia. Igualmente importante es consultar los archivos del RAI para comprobar que la empresa no se encuentra en situación de morosidad.

Para cualquier empresa, recopilar y poder manejar toda esta información de forma sistematizada supondría un esfuerzo considerable. Para un correcto análisis del entorno de la empresa, se pueden utilizar servicios de información empresarial que ofrecen un análisis de la situación financiera y propensión al riesgo de cualquier empresa del entramado empresarial español.

 


Monitorizar las variaciones en los factores de riesgo de los clientes

A pesar de que muchas empresas tienen en cuenta el riesgo a la hora de tomar decisiones comerciales, con el grado de volubilidad de la actual coyuntura económica del mercado una empresa puede, en cualquier momento, perder el pulso al riesgo de impago en el que está incurriendo.

El error de base que más empresas cometen consiste en comprobar el nivel de riesgo de los clientes potenciales únicamente en el momento incorporarlos a la cartera o que pase como mínimo un año, en el mejor de los casos, hasta que se vuelve a verificar su situación. Para realizar este seguimiento de manera sistemática y fiable, las empresas que prestan servicios de información empresarial también cuentan con servicios de alerta permanente, que informan en tiempo real de cualquier novedad que se produzca en la situación de la sociedad analizada y que pueda afectar a su nivel de solvencia.

En el caso de carteras más voluminosas, se recomienda la utilización de sistemas de credit scoring cuyo objetivo principal es la sistematización del control del riesgo, estableciendo una primera clasificación del cliente en base a la información disponible.

Además, hacen posible la aplicación sistemática de políticas de admisión de clientes, así como un seguimiento continuo del riesgo. Su utilización está considerada como una buena práctica en el sector financiero, por lo tanto, son altamente recomendables para el resto. Estos sistemas pueden desarrollarse internamente o bien utilizar servicios externos para agilizar su implantación en tiempo y forma.

Establecer una política de créditos y un manual de procedimientos

Con toda esta información, es más que aconsejable redactar una política de créditos y cobros coherente con la situación y un decálogo de procedimientos que contenga las normas de actuación en materia de concesión de créditos y acción de cobro, y concienciar a todos los empleados de ventas y de administración de clientes de que sigan al pie de la letra el manual de procedimientos.

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