Las empresas familiares no suelen sobrevivir más allá de tres generaciones. Así lo asegura el Instituto de Empresa Familiar que afirma que hasta el 80% de estas sociedades no llega a la tercera generación y que menos del 50% de las mismas pasa a una segunda.
El profesor de Esade Business School Jose María Gasalla alerta sobre los «lastres» de las empresas familiares, como la falta de una cultura organizacional y el «síndrome de la velocidad», es decir, colocar en puestos directivos a jóvenes sin experiencia.
«Básicamente nos encontramos muchas veces con casos en los que existen de facto dos empresas, la que forman los miembros de la familia propietaria y los demás empleados», explicó Gasalla en relación a la «confusión» entre la familia y la empresa.
Los expertos que intervinieron en estas jornadas también incidieron en el impacto «negativo» sobre la economía y el empleo que tiene la destrucción de empresas familiares.
Al respecto, Gasalla aconsejó una «adecuada» consultoría externa para frenar la destrucción de este tipo de compañía: «Un adecuado trabajo de ‘coaching’ propiciaría que se destruyeran muchos menos miles de empresas todos los años».