La innovación está en el ADN de la mayoría de las empresas tecnológicas. En Google en cambio, la llevan hasta sus últimas consecuencias. A pesar de que son conscientes de que muchos de sus proyectos tienen un futuro muy limitado a medio plazo, abrazan con fuerza todas las ideas y tecnologías que les permitan marcar la diferencia, lanzándose a menudo a desarrollar proyectos locos y geniales que únicamente una empresa con su músculo financiero puede permitirse. Es la otra cara de Google. Su división Google-X, la más secreta de la compañía, probablemente la única que sigue haciendo suyo el lema «Don’t be evil» y que es responsable de estos proyectos.
Coche sin conductor
El coche sin conductor de Google es el panúltimo de esos grandes proyectos que han salido de la división Google-X. El vehículo que ya se mueve con cierta libertad por el campus de MountainView permite transportar dos personas y no dispone ni de volante, ni de pedales. La experiencia puede llegar a ser un tanto inquietante al carecer de volante o pedales, pero Google indica que sí que ofrece cierto control manual en el caso de que algo salga mal o el usuario quiera tomar el control del vehículo.
Por supuesto de momento estamos hablando de un prototipo, pero a largo plazo podría representar un gran salto cualitativo en la forma en la que se trasladan las personas, evitándose de igual manera un gran número de accidentes que tienen su origen en distracciones al volante o el exceso de velocidad.
Proyecto Loon
¿Cómo llevar Internet a las zonas menos pobladas del planeta? Tal y como ha quedado sobradamente demostrado, llevar Internet a zonas aisladas construyendo una red de antenas, es extremadamente caro y el retorno de la inversión es prácticamente nulo. ¿Quiere decir esto que las personas que viven en estas zonas van a estar condenadas a no tener Internet?
Google piensa que no es justo. Por eso ha puesto en marcha el «Proyecto Loon»: la construcción de una red móvil de Internet utilizando globos aerostáticos que flotan a unos 20 kilómetros de altitud, desapareciendo de esta forma las barreras físicas de acceso a la Red.
En el esquema de Google, cada globo tendrá unos 15 metros de diámetro y 12 metros de altura, contando con todo el equipo necesario para funcionar: baterías de carga solar, paneles de comunicaciones y antes para poder proporcionar la señal. Por supuesto los interrogantes que hay que despejar son variados: ¿Cómo se posicionan los globos para que no interfieran con otros elementos en órbita? ¿Cómo va a ser su mantenimiento técnico? ¿Quién va a poder acceder y de qué forma? De momento se han hecho pruebas piloto en países como Nueva Zelanda, y al parecer la experiencia ha sido todo un éxito.
Google Glass. Project Glass
A estas alturas nadie está seguro si Google va a seguir apostando por sus gafas inteligentes, o el dispositivo va a acabar almacenado en el cajón. Sea como sea Project Glass ha marcado un antes y un después dentro de la compañía y desde luego ha trazado una senda muy reconocible en el mudo de la tecnología.
Es cierto que probablemente la mayoría de los usuarios no estén dispuesto a salir de casa con unas «gafas inteligentes» que señalen su presencia, pero también lo es que no ha sido hasta que ha empezado a hablarse de este proyecto, cuando el concepto wearable y las implicaciones que tiene el fenómeno, han salido a relucir con tanta fuerza.
También es verdad que de la misma forma Newton fue la primera y fracasada tablet de Apple, que algunos años más tarde se convertiría en un iPad, Glass es un primer experimento que tal vez dentro de unos cuantos años pueda llegar a cristalizar en algo mucho más grande.
Smart contact lens project
Como comentábamos en el proyecto anterior, las gafas inteligentes de Google han sido únicamente el primer paso. Actualmente está en desarrollo sus «smart contact lenses». Según comunicó la empresa en su blog oficial, las lentillas disponen de su propia micro cámara pero a diferencia de Google Glass su primer objetivo es puramente médico.
Las lentillas incorporan sensores capaces de medir el nivel de glucosa de las lágrimas, permitiendo de esta forma a a los diabéticos conocer en todo su momento su estado, ya que envían los resultados de las mediciones (pueden realizarse cada segundo) a su propio smartphone. Es cierto que muchos diabéticos tienen sistemas de monitorización en tiempo real que pueden llevar consigo. El problema es que ninguno de estos sistemas evita el «temido» pinchazo que tienen que practicarse en el dedo cada vez que quieren hacer una medición. Esto provoca que muchos pacientes, midan su estado muchas menos veces de las que deberían.
Google Flu Trends
Es verdad. Google utiliza el poder del Big Data para conocer mejor a sus usuarios, vender sus datos personales y bombardearlos con publicidad. Hasta aquí una práctica reprobable que comparte eso sí, con decenas de compañías tecnológicas de todo el mundo.
Ahora bien, esa misma inteligencia colectiva puede ser utilizada para perseguir un bien común: minimizar el impacto de la gripe a nivel mundial. Es el objetivo de Google Flu Trends, un modelo estadístico basado en las búsquedas que se hacen sobre la gripe en todo el mundo, evaluando su impacto global.
A través de la modelización de los resultados, los profesionales pueden acceder a una sólida base de datos que en teoría les puede ayudar a minimizar el impacto de la enfermedad conociendo antes los patrones de comportamiento.
¿Un ascensor hasta el espacio?
Además de los proyectos mencionados, Google trabaja en su laboratorio secreto en otros proyectos que no sabemos si tal vez, algún día, acabarán viendo la luz. El secretismo de Google-X consigue precisamente por su carácter secreto, que la red esté inundada de rumores que especulan con lo siguiente que podría presentar el gigante de Internet.
Uno de los rumores que con más insistencia se han repetido en los últimos años es el desarrollo de un supuesto ascensor capaz de transportarnos hasta… el espacio. El proyecto supondría la posibilidad de transportar mercancías y personas de una forma mucho más eficiente y barata hasta plataformas como la ISS, revolucionando así el todavía cuasi inexistente sector de los viajes espaciales.
