El País Vasco dispondrá en 2011 de la primera facultad de ciencias gastronómicas de nuestro país. La futura facultad, que se denominará Basque Culinary Center contará además con un centro dedicado a la investigación y la innovación en gastronomía.
La ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia colocó ayer junto a la consejera de Educación, Universidades e Investigación del Gobierno Vasco, Isabel Celaá, la primera piedra del centro para el cual el Gobierno aportará siete millones de euros.
Garmendia recordó que el Ministerio de Ciencia e Innovación ha destinado al BCC siete millones de euros precedentes del fondo especial de I+D incluido en el Plan de Estímulo de la Economía y el Empleo (Plan E), como muestra de su «compromiso por el impulso al cambio de modelo productivo desde un sector tradicional y de gran prestigio internacional, como es la gastronomía española».
A su juicio, estas actuaciones constituyen una demostración de que el cambio de modelo «no se está produciendo por sustitución de unos sectores agotados por otros emergentes, sino por la progresiva incorporación de innovación en todos los sectores». «Los cocineros españoles han demostrado que una actividad tradicional puede ser a la vez innovadora, creativa y, desde luego, internacionalmente competitiva», aseveró.
Además, recordó que el objetivo de esta Facultad de Ciencias Gastronómicas, que contará con un centro de investigación e innovación en el área de la gastronomía y de la ciencia de los alimentos, será promover la investigación y transferencia de conocimiento en los profesionales de la alta cocina y los sectores empresariales y permitir a su vez formar sinergias entre ellos.
«La gastronomía, más allá de ser un arte, una manifestación cultural, y una industria, es también una tecnología y una ciencia y, como tal, necesita de recursos para la formación y la investigación», destacó.
En este sentido, se mostró convencida de que la inversión en el BCC servirá «para generar empleo en el corto plazo», a través de la construcción del edificio, pero también para «fortalecer el empleo sostenible a medio plazo», mediante el «impulso a la creación de empresas tecnológicas en el ámbito de las industrias alimentarias, el desarrollo de innovaciones que mejorarán la competitividad de las empresas gastronómicas», y «la formación y el perfeccionamiento de profesionales de la alta cocina».