Muchos usuarios de Internet, especialmente aquellos que tienen cuentas en redes sociales, exponen información, no sólo sobre si mismos, sino también sobre amigos de Internet. Todo el mundo probablemente lea historias en los periódicos acerca de ciberdelincuentes utilizando esos datos para crear identidades falsas y de este modo engañar a gente que cree que los conoce. Lo que no se ha discutido tanto es que hacen con la información empresas u organizaciones, como por ejemplo los bancos.
Se sabe que muchas empresas buscan información sobre una persona antes de contratarla, aunque la historia que cuenta en su blog Roger Thompson, jefe de investigación de AVG, parece sugerir que las compañías utilizan la información públicamente disponible para otras cosas también.
Thompson cuenta en su blog que al viajar a Londres por un viaje de negocios le rechazaron su tarjeta de crédito. Una llamada a su banco reveló que se le había suspendido la tarjeta porque no sabían que estaba viajando al extranjero. Lo curioso es que el banco, haciendo los trámites de desbloqueo de la tarjeta, conocía información de Roger, la cual estaba disponible en Facebook.
Este hecho nos hace preguntarnos hasta que punto las redes sociales pueden influir en nuestras vidas privadas. Si un banco es capaz de obtener información confidencial a través de estos servicios, ¿qué podría hacer un experto ciberdelincuente? A pesar de que Facebook ha aumentado su seguridad en estos días, es curioso que nuestra información se queda registrada en los servidores de la red social aún después de habernos dado de baja. En un mundo en el que cada vez nos sentimos más vigilados, siendo «pasto de nuestro propio ganado», ¿cuál será finalmente el precio que tendremos que pagar?