El escocés John Shepherd-Barron, a quien se atribuye la invención del cajero automático, ha muerto a los 84 años de edad. Su genial idea fue inspirada por las clásicas máquinas que dispensaban chocolatinas después de que un día le cerraran el banco y no pudiese sacar el dinero que necesitaba.
A partir de esta anécdota, fue capaz de convencer a Barclays para que instalase su primer cajero automático en el norte de Londres en 1967. En la actualidad hay alrededor de 1,7 millones de cajeros en todo el mundo.
«Se me ocurrió que podría encontrar la forma de sacar mi propio dinero en cualquier parte del mundo», declaró en 2007 a la BBC con motivo del cuadragésimo aniversario del primer cajero automático. «Me vino la idea a partir de un dispensador de chocolatinas, pero sustituyendo el chocolate por dinero», agregó.
A falta de tarjetas de plástico, los primeros usuarios sacaban su dinero mediante unos cheques especiales impregnados por un material ligeramente radiactivo. Las máquinas estaban diseñadas para reconocer los cheques y dispensar el dinero cuando el cliente introdujera su número de identificación personal (PIN).
La esposa de Shepherd-Barron le sugirió la idea de que los números de seguridad constaran únicamente de cuatro dígitos, porque consideraba que nunca sería capaz de recordar los seis dígitos previstos en principio. La idea prosperó.
Los bancos norteamericanos acogieron en principio este invento con bastante frialdad, por considerar que se trataba de «una idea absurda de los europeos que no se podrá vender en Estados Unidos», recordó el propio Shepherd-Barron. No obstante, una vez puestos en marcha, los cajeros automáticos triunfaron.
Nacido en India en 1925, de padres escoceses, Shepherd-Barron trabajó para el impresor de billetes de banco De La Rue y fue homenajeado en 2005 por la Reina Isabel II por sus servicios a la banca. Falleció este pasado sábado en Escocia después de una corta enfermedad.