Unos que ya están de descanso y otros que esperan ansiosos esas merecidas vacaciones. Merecidas y, en no pocas ocasiones, ¡peleadas! Batalladas porque la elección de los días de asueto estival suele motivar no pocas discusiones y conflictos entre los empleados. Concretamente, según un estudio realizado por la consultora Ábaco Siglo XXI, el 85 por ciento de las compañías admite afrontar dificultades en el momento de distribuir los días libres.
Y es que desde hace unos años, ahora que hay que apretarse el bolsillo, agosto ha pasado de ser el mes más deseado al más odiado. ¿Los motivos? Sencillo. El relleno de la galleta (entre julio y septiembre) suele ser lo más tentador y, por ello, especialmente caro. Así, la mayor parte de las riñas entre compañeros de trabajo viene motivada por este aspecto.
No es de extrañar. Es difícil poner de acuerdo a un grupo de personas, cada uno con sus obligaciones, compromisos e intereses. En el caso de las pymes, esto puede complicarse. Al ser equipos más reducidos, la división suele ser aún más drástica: si, por ejemplo, son seis personas, dos se irán cada mes… La oficina no puede cerrar. En el caso de grandes compañías, el gran tamaño de la plantilla implica que sean más las personas que puedan estar simultáneamente descansando. ¿La receta? Compresión y, por qué no, turnarse, como los niños. Un año uno elige y al siguiente es el otro.