La UE ha dejado entrever que no ve con buenos ojos la coexistencia de distintos tipos de IVA reducido en un mismo país. En este sentido, una de sus últimas recomendaciones ha sido la de limitar los tipos reducidos de IVA que actualmente se aplican a determinados productos o servicios, con el objetivo de aumentar la recaudación de los estados y luchar así de forma «más eficaz» contra la crisis de deuda que afecta a la Unión.
En la actualidad, el IVA representa alrededor del 20% de los ingresos fiscales de los Estados miembros (738.000 millones de euros en 2009). Sin embargo, el Ejecutivo comunitario cree que el actual sistema del impuesto no es tan eficaz como debería. Sus 40 años de antigüedad hacen que resulte demasiado complicado para las empresas, represente una enorme carga administrativa para los Estados miembros y sea vulnerable al fraude.
«El IVA debe hacerse más eficaz a la hora de apoyar los esfuerzos de consolidación fiscal de los Estados miembros y el crecimiento económico sostenible. Ampliar las bases fiscales y limitar el uso de tipos reducidos podría generar nuevos ingresos para los Estados miembros sin necesidad de aumentar los tipos», sostiene el Ejecutivo comunitario.
De acuerdo con las reglas de la UE, los Estados miembros tiene la posibilidad de aplicar el tipo reducido de IVA, que no puede ser inferior al 5% (en el caso de España es del 8%), a una lista restringida de productos y servicios como alimentos, medicamentos, libros, periódicos, transporte o entradas para espectáculos y museos. Además, hay múltiples excepciones y tipos superreducidos (4% en el caso español).
Bruselas considera que todas estas excepciones complican el sistema y no son el instrumento más adecuado para redistribuir el impuesto de forma que afecte menos a los hogares más pobres. De hecho, según la Comisión, el actual sistema de tipos reducidos se traduce en importantes subvenciones al consumo de los productos beneficiados.
