Cada vez más se puede trabajar desde casa, haciendo lo que se hace en la oficina, por el mismo salario y con la disponibilidad de contar con horarios flexibles y recursos propios que admiten la doble vida para el empleado: trabajar, cuidar de los hijos y ocuparse de la casa.
Los motivos por los que una empresa comienza a plantearse la posibilidad de que sus trabajadores realicen sus funciones desde casa van desde el deseo de no perder a sus empleados más eficientes, la intención de contratar a los trabajadores más válidos de la competencia, ahorrar en el alquiler de oficinas, permitir a sus empleados compatibilizar la vida laboral y la familiar, motivos ecológicos y/o mejorar la productividad.
Según un artículo aparecido en la página computing.es, el 75 % de los teletrabajadores tiene una profesión relacionada con la información y el conocimiento, en tanto que las tareas más idóneas para abordar desde el teletrabajo son las relacionadas con el tratamiento de datos, trabajos técnicos y de gestión.
De este modo, el perfil sociológico del teletrabajador es el de un hombre (54 %) casado (80 %) y que su mayoría tienen un nivel de estudios superior a la media. La mayoría de los teletrabajadores consideran la posibilidad de conciliar su vida familiar y laboral como lo más positivo y el aislamiento como lo más negativo de su forma de trabajo.
En España el teletrabajo todavía se tiene que expandir más, aún representa sólo el 8% de los empleados, frente al 15% de Estados Unidos o el 17% de países nórdicos como Finlandia. Puede que la razón principal a este retraso español sea que todavía se está dando el salto de una economía industrial a una del conocimiento, y que por eso los empresarios españoles aún no se han dado cuenta de que la economía es global, y de que la competencia tiene por tanto que afrontarse mediante la innovación.
Según señala Margarita Mayo, profesora de liderazgo y comportamiento organizacional del IE Business School:
“En países como Suecia hay directivos que, a las tres o cuatro de la tarde, han terminado su trabajo y se van a casa sin que nadie ponga en duda su capacidad ni su fidelidad a la empresa. En España, en cambio, de una persona que salga a las cuatro se piensa que no es eficiente y que no se preocupa lo suficiente por su compañía».