Un estudio realizado en España, Estados Unidos, Reino Unido e Italia por la firma Epitiro ha llegado a la conclusión de que conectarse de manera inalámbrica es un 30% más lento que hacerlo a través de la banda ancha fija. Esto cobra sentido si tenemos en cuenta que la conectividad WiFi depende de muchos factores para que sea plenamente estable.
El problema radica verdaderamente cuando usamos este tipo de conexión para subir y bajar archivos, o ver vídeo, es decir funciones que requieren de un mayor ancho de banda. La distancia con el router o la calidad del mismo dificultan los programas con VOiP, programas de uso diario y profesional en muchas oficinas. Por tanto, la investigación recuerda varias soluciones para el problema.
Una de ellas es la de cambiar el canal del router wifi para reducir la interferencia, situarnos a una distancia más cercana al router o conectar por cable el equipo al router. También avisan de que cuanto mejor sea la calidad de nuestros equipos WiFi a penas se notará esta disminución en la velocidad con respecto a la banda ancha fija.