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Miercoles, 24 Abril 2024

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Cómo construir una gran cultura empresarial

La cultura corporativa puede definirse académicamente como «una suma determinada de valores y normas que son compartidos por personas y grupos de una organización y que controlan la manera que interaccionan unos con otros y ellos con el entorno de la organización».

Es cierto que muchas veces la cultura corporativa no pasa de una mera declaración de intenciones y también lo es que se ha convertido en un lugar común, en un cliché manido por libros y publicaciones de empresa y negocios.

Sin embargo la cultura corporativa tiene un impacto real en la empresa, tanto interna como externamente. Cómo nos perciben nuestros propios empleados es clave para entender cómo nos perciben nuestros clientes y finalmente, la sociedad y el mundo que nos rodea. Cada empresa tiene (o debería tener) una cultura corporativa propia que como mínimo debería descansar en valores como ofrecer un salario justo, oportunidades de desarrollo y nuevos retos. Pero además si hacemos caso al extenso artículo que publican en Inc.com una buena cultura empresarial debería:

Confiar y dar libertad a los trabajadores

Aprender a delegar, confiar en nuestros empleados, darles la libertad suficiente como para que puedan desarrollar y llevar a cabo sus propias iniciativas.  Animar a los trabajadores a formar parte activa de la empresa, capaces de tomar sus propias decisiones en beneficio de un bien común.

Este tipo de orientación permite que los empleados compartan la visión de la empresa y por lo tanto necesiten de una menor «tutela», mandos intermedios o «líderes» a través de los cuales canalizar un proyecto.

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Espacios abiertos y menos reuniones

A principios de este año contábamos que los directivos pasan aproximadamente el 70% de su tiempo en reuniones y que de estas, un 50% podrían evitarse o acortarse. Las reuniones se han convertido en auténticos ladrones de tiempo, y en una cultura corporativa moderna tienden de minimizarse.

Por un lado la tecnología permite mantener reuniones virtuales de forma instantánea, ya sea con programas de mensajería ya sea por videoconferencia. Por otro lado priman las oficinas con espacios abiertos, en los que desaparecen paredes y despachos. Las reuniones pasan de ser eventos programados a encuentros informales que se producen cuando hay un motivo real.

Es evidente que no desaparece completamente la necesidad de mantener reuniones «formales» cada cierto tiempo, pero al reducir el número de encuentros innecesarios, toda la empresa es más productiva y los trabajadores más felices.

Un espacio de trabajo del que sentirse orgulloso

Teniendo en cuenta el número de horas que pasamos en nuestra empresa, es una realidad innegable que el aspecto de las instalaciones, la comodidad de los espacios de trabajo, las condiciones de iluminación y temperatura, etc. tienen un impacto directo sobre la productividad y la motivación de los empleados.

Pero no sólo es importante el «Look and Feel» de la oficina (ya hablamos antes de la importancia de los espacios abiertos), sino también su localización. En ciudades como Madrid el tiempo medio de transporte puede ser casi de una hora. Optar en la medida de lo posible por una localización céntrica o en el caso contrario, bien comunicada, con servicios, etc. contribuyen en la misma medida a mejorar la imagen de la empresa.

Diversión

Desde hace unos años se celebra en nuestro país el «Día de la diversión en el trabajo». La diversión, el que la empresa sea percibida como algo más que un sitio en el que «producir» es vital para mejorar nuestra cultura corporativa.

Actividades de team building, el propiciar que los empleados puedan tener una vida dentro de la empresa que no esté ligada a lo puramente profesional, el organizar eventos diferentes de forma periódica, etc. han demostrado ser técnicas más que eficaces para que la empresa deje de ser percibida como ese espacio gris en el que vamos casi por obligación, por un sitio en el que ser productivo sin renunciar a pasar momentos agradables.

Mantener la cultura corporativa

Hemos sido capaces de diseñar e implantar una buena cultura corporativa. Hemos sido capaces de crear un espacio en el que nuestros empleados se encuentran bien, comparten nuestros mismos valores y nuestra visión empresarial.

¿Qué podría estropear esta atmósfera?Normalmente las nuevas incorporaciones.  Cuando contratamos a alguien tenemos que tener en cuenta que no sólo debe tener las habilidades y competencias que requiere el puesto, sino que debe introducirse en una cultura empresarial determinada, que va a tener que trabajar con más personas y que va a tener que encajar para que el trabajo de todos funcione bien.

Por este motivo, sería un error que en un proceso se selección nosotros fuésemos los únicos en entrevistar a los posibles candidatos para un puesto. En las últimas fases del proceso deberíamos contar con la presencia de un reducido grupo de personas de nuestra empresa, aquellas con las que teóricamente va a trabajar más tarde.

 

 

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