Cada vez pasamos más tiempo en nuestra oficina bancaria on-line y menos esperando nuestro turno en una sucursal bancaria. La mayoría de los grandes bancos responden a este nueva realidad de la misma forma: cerrando sucursales. El penúltimo en hacerlo ha sido el Santander, que acaba de anunciar el cierre del 13% de sus oficinas bancarias en nuestro país, lo que se traduciría en 450 sucursales.
La medida afectará especialmente a la sucursales de menor tamaño (entre uno y tres empleados) y serán las medianas y las grandes las que concentren el esfuerzo de la atención al cliente en determinadas áreas. No está claro eso sí si además del cierre de oficinas, se reducirá el número de empleos, ya que es previsible que buena parte de los trabajadores afectados se incorporen a sucursales de mayor tamaño.
El banco confía en acelerar su transformación comercial y está convencido de que el éxito del negocio bancario pasa por la combinación de una red de oficinas potente, con capacidades multicanal de vanguardia, explican las fuentes consultadas.
La entidad lleva tiempo apostando por desplegar un nuevo concepto de sucursal, más multicanal y enfocado en la atención especializada al cliente y para ello adaptará 350 oficinas en 2016 al nuevo modelo corporativo, que pretende alcanzar un millar en 2018.
Las mismas fuentes añaden que el banco seguirá realizando inversiones, por ejemplo, para dotar a las oficinas de unos cajeros automáticos más modernos y con más funcionalidades, al tiempo que seguirá invirtiendo en sus capacidades digitales para poder ofrecer al cliente el mejor servicio por los distintos canales.
Pero todo ello supondrá previsiblemente un severo ajuste de la plantilla, según temen los sindicatos, y un redimensionamiento de los servicios centrales de Santander España, lo que afectaría también al personal que trabaja en la Ciudad Financiera de la localidad madrileña de Boadilla del Monte.