El anuncio de Windows 10 on ARM generó muchas expectativas y también muchas dudas, sobre todo por el hecho de que hablamos de un sistema operativo que funciona emulado en un procesador que está pensado para funcionar en dispositivos móviles como smartphones y tablets.
En este artículo ya repasamos algunas de las carencias más importantes de Windows 10 on ARM. Teníamos claro además que el rendimiento de los equipos basados en esa plataforma no iba a estar al nivel del que puede ofrecer un portátil equipado con un procesador Core i3 o Core i5, y hoy podemos confirmar que no estábamos equivocados.
Las primeras pruebas de portátiles basados en Windows 10 on ARM que han aparecido confirman que el rendimiento sólo se puede considerar óptimo con las aplicaciones que se han adaptado oficialmente a la Windows Store.
El resto de aplicaciones Win32 funcionan con lentitud debido a la carga que supone la capa de emulación y a la «poca» potencia del SoC Snapdragon 835, que al fin y al cabo no deja de ser un chip para smartphones y tablets como dijimos al principio.
Al utilizar aplicaciones x64 se confirma que no son compatibles y su mayor ventaja frente a los equipos tradicionales con arquitectura x86, la autonomía, tampoco ha cumplido con las promesas. Los fabricantes aseguraban que se podrían lograr hasta 22 horas de uso continuado, pero en el mejor de los casos se ha llegado a 15 horas.
Los resultados son bastante problemáticos, sobre todo por que los equipos basados en Windows 10 on ARM han llegado al mercado con precios que rondan entre los 600 y los 1.000 dólares, cifras que nos permitirían comprar un ultraportátil con unas especificaciones bastante buenas, como por ejemplo el HP ENVY 13-ad110ns, que viene con un potente procesador Core i5-8250U, tiene 8 GB de RAM y un SSD de 128 GB.