En Amazon las cosas se hacen de forma diferente. Lejos del glamour de compañías como Google o Apple, la compañía de Jeff Bezos llama la atención por oficinas que rallan en lo espartano y un estilo de gestión tan agresivo que a menudo la multinacional se sitúa en el centro de la polémica. Y no, no hablamos únicamente de las condiciones de los trabajadores de su almacén, sino también de lo que ocurre a todos los niveles, en todos los departamentos.
Hoy Business Insider se hace eco de «Pivot« un programa puesto en marcha el año pasado y que se configura como una suerte de «jurado popular» que se encarga de juzgar el rendimiento de los empleados de la compañía.
Como explican en la publiación americana, cuando se sospecha que un empleado de la compañía no está ofreciendo el máximo, se le somete al programa de supervisión «Pivot», que en su primera fase ofrece al empleado en cuestión tres opciones.
- Abandonar la compañía y cobrar la correspondiente indemnización.
- Pasar dos meses bajo la supervisión de un responsable con el compromiso de alcanzar objetivos concretos.
- Someterse al juicio de sus propios compañeros, que como jurado popular deben determinar si el empleado en cuestión no es culpable o por el contrario, debe escoger entre uno de los dos puntos anteriores.
Pivot es hoy también noticia porque algunos de los empleados de la compañía han explicado que el proceso no es del todo justo. De hecho, aproximadamente el 70% de los empleados que se han sometido a este proceso son declarados culpables.
Algunos expertos en recursos humanos consideran sin embargo que esta clase de juicio popular no sólo es innovador, sino que ofrece más garantías a los trabajadores a la hora de evaluar su desempeño, ya que entre otras cosas:
- El interesado puede determinar si quiere ser juzgado por un manager o por tres compañeros que ocupen una posición similar a la suya.
- El interesado puede vetar a un «miembro del jurado» si considera que puede tener una actitud hostil hacia él.
Sin embargo otros critican el hecho de que se ponga en manos de los empleados de una compañía, el destino profesional de otros compañeros de trabajo…en un proceso que tampoco garantiza que los «jueces» cuenten con las herramientas necesarias para tomar la mejor decisión. La polémica en cualquier caso, vuelve a estar servida.