En el mercado de tarjetas gráficas podemos encontrar actualmente dos grandes categorías, las que se encuadran dentro del mercado de consumo general y aquellas que están dirigidas al sector profesional. Es importante tener claro que no debemos confundirnos con las aceleradoras graficas porque, al final, no trabajan como una tarjeta gráfica, ya que no están pensadas para dibujar píxeles, y por tanto no es lo mismo una NVIDIA H100 o una Radeon Instinct que una NVIDIA RTX o una Radeon Pro.
Las aceleradoras gráficas se dirigen al sector profesional, pero están diseñadas para afrontar cargas de trabajo muy concretas, como por ejemplo la inteligencia artificial, la computación en la nube, la inferencia, los centros de datos y en general tareas de computación de alto rendimiento que requieren de una enorme capacidad de paralelización, y de grandes cantidades de memoria que, además, debe tener un gran ancho de banda.
Como he dicho, este tipo de soluciones no están pensadas para dibujar píxeles, y por eso carecen totalmente de salidas de imagen. Con las tarjetas gráficas profesionales ocurre todo lo contrario, de hecho estas soluciones son una opción especializada en tareas creativas que no tendrían sentido sin un dispositivo de salida de la imagen, es decir, sin un monitor.
Las tarjetas gráficas profesionales se utilizan principalmente en tareas de renderizado y animación, diseño, edición de fotografía y vídeo y en muchas otras tareas y aplicaciones profesionales e industriales, incluidas las herramientas de CAD y CAM y las simulaciones en 3D, entre otras. A priori pueden parecer similares a sus hermanas de consumo general, pero como veremos en el fondo son muy distintas.
Diferencias clave entre tarjetas gráficas profesionales y de consumo
1.-Certificadas y optimizadas para aplicaciones profesionales
Las tarjetas gráficas profesionales han sido certificadas para funcionar de forma óptima y totalmente estable en más de 100 aplicaciones profesionales, lo que supone toda una garantía en términos de estabilidad y de fiabilidad.
Han superado pruebas concretas muy exigentes, tienen unos drivers optimizados y un mayor soporte en muchas aplicaciones profesionales, lo que en definitiva les permite ofrecer un mayor nivel de rendimiento que sus equivalentes de consumo general en muchos casos.
Es cierto que NVIDIA ha reducido un poco la línea que separa a estas tarjetas gráficas de los modelos de consumo general con NVIDIA Studio, pero al final el valor diferencial que marcan las tarjetas gráficas profesionales sigue siendo muy grande, y son la mejor opción para los perfiles profesionales más exigentes.
2.-Tienen una mayor cantidad de memoria
Esta es otra de las diferencias más importantes y más fáciles de apreciar que presentan las tarjetas gráficas profesionales frente a las de consumo general, que normalmente vienen con mucha más memoria gráfica que sus equivalentes más cercanos dentro del mercado de consumo general.
Por ejemplo, una NVIDIA RTX 4000 tiene como equivalente más cercano a la GeForce RTX 4070, que cuenta con 12 GB de memoria GDDR6, pero la primera está configurada con 20 GB de memoria GDDR6. Esos 8 GB de memoria extra pueden marcar una diferencia enorme al trabajar con tareas y cargas que consumen una gran cantidad de VRAM.
3.-Sistema de refrigeración más compacto
Las tarjetas gráficas profesionales utilizan sistemas de refrigeración mucho más compactos que, en la mayoría de los casos, parten del clásico ventilador de turbina. Dicho ventilador introduce aire frío al interior del chasis de la tarjeta gráfica, y acelera la salida de aire caliente por la parte trasera del radiador al generar un efecto de empuje.
Con estos sistemas de refrigeración es posible dar forma a tarjetas gráficas muy potentes que solo ocupan una o dos ranuras de expansión, y también facilita la creación de modelos con formatos SFF para estaciones de trabajo compactas y de pequeño tamaño.
4.-Integran memoria con tecnología ECC
Esta es otra de las claves más importantes que diferencia a las tarjetas gráficas profesionales de las de consumo general, el uso de memoria gráfica con tecnología ECC, es decir, de corrección de errores. Este tipo de memoria puede detectar y corregir los tipos de errores más frecuentes que pueden acabar corrompiendo los datos que se almacenan en la memoria.
Este tipo de memoria puede marcar una diferencia enorme en aquellas tareas y cargas de trabajo donde los errores no son tolerables, por mínimos que estos sean, y también se traduce en una mayor estabilidad. Uno de los mejores ejemplos son las simulaciones científicas donde se cotejan dados de diferentes experimentos que parten de una misma base.
