Entrar en una tienda, examinar el producto que nos interesa, anotar mentalmente su precio y acabar comprándolo por Internet. Es la esencia del showrooming, una nueva forma de comprar que permite a los clientes acceder a precios más competitivos o a una mayor comodidad a la hora de comprar, pero que está perjudicando a las tiendas que cada vez más, ven como no terminan de cerrar unas ventas que acaban en manos de su competencia en la Red.
Tal y como se recoge en el estudio «De las transacciones a las relaciones. Conectando con el consumidor transicional», publicado esta semana por IBM, el showrooming de momento afecta únicamente al 6% de las ventas que se realizan en el canal minorista, pero es una tendencia que va a ir a más.
Según el estudio, los «showroomers» compran mayoritariamente en comercios multicanal (es decir, que tienen tienda física y on-line) más que en los que solo venden por Internet. Esto no significa que el «showroomer» compre el producto en la versión on-line de la tienda que visita, sino que puede que termine adquiriéndolo en la competencia.
La encuesta desvela que los «showroomers» son consumidores muy sofisticados cuya intención no siempre es «engañar» a la tienda, ya que el 25 por ciento de ellos declara tener inicialmente la intención de comprar un producto en ella. Este tipo de consumidor visita la tienda para conocer mejor el producto y comparar precios. Posteriormente, hace sus compras online porque encuentra mejores precios y/o le es más cómodo.
El perfil del «showroomer» es mayoritariamente varón, joven (entre 18 y 34 años) y con poder adquisitivo medio-alto, lo que indica que esta práctica no depende de una necesidad financiera acuciante. Por otro lado, aunque es un fenómeno «global», su incidencia es mayor en Asia que en el resto del mundo (especialmente en China), donde supone el 24 por ciento de las compras totales. En España, supone únicamente el 4 por ciento de las compras totales.