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Martes, 19 Marzo 2024

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Desmontamos cinco mitos sobre los mejores «ambientes de trabajo»

¿Cómo es el espacio de trabajo perfecto? ¿Qué empresas son las que han conseguido diseñar espacios productivos que realmente merezcan la pena? ¿Cómo se articula una compañía en la que se fomente el mejor clima laboral posible? Son algunas de las preguntas que los expertos llevan intentando responder desde hace varias décadas. En los últimos años por ejemplo se han abrazado loss espacios abiertos, se ha pasado del concepto oficina al de campus, se ha apostado por ofrecer al trabajador un espacio que va más allá que el «simple trabajar» y se han comprado conceptos como el que afirma que a mayor felicidad, mayor productividad.

¿Pero es esto realmente así? ¿Se trabaja mejor en una de estas «cinco oficinas de ensueño» que en una empresa básicamente normal? ¿Qué es lo realmente necesario y qué no solo el superfluo sino que perjudica la productividad y la copetitividad de la empresa? A estas preguntas intentan responder los expertos del Harvard Business Review, en un artículo en el que intentan desmontar cinco mitos que solemos asociar a los mejores ambientes de trabajo.

Mito 1. Todo el mundo tiene que ser feliz

En los últimos años se ha vendido cierta idea de «felicidad» asociada al puesto de trabajo que merece la pena estudiar. La teoría es sencilla: los empleados que son felices en su puesto de trabajo, necesariamente van a ser más productivos. Lo contábamos también en «La felicidad, herramienta de la productividad».

Y es por esto que empresas de todos los tamaños se esfuerzan en crear espacios productivos en los que los empleados puedan encontrarse más felices. De alguna forma podría decirse que la «felicidad» está de moda en el espacio laboral. Por supuesto, pocos pueden en su sano juicio preferir un espacio en el que se sienten bien y felices a otro que presenta características opuestas.

Sin embargo no todo es positvo. Un exceso de euforia, puede tener, según investigadores de la Universidad de Yale, su lago negativo. La euforia colectiva provoca para estos investigadores, que prestemos menos atención a los detalles, que seamos más ingenuos y crédulos y a la vez, más dispuestos a aceptar riesgos.

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En el otro lado de la balanza, emociones claramente negativas como la ira, pueden tener su lado positivo, focalizando la atención del trabajador hacia la resolución de problemas/conflictos serios que pueden pasar desapercibidos. La felicidad por supuesto es importante, pero resulta más interesante un espacio de trabajo equilibrado que otro en el que se intenta imponer a toda costa.

Mito 2. Mejor cuanta menos conflictividad

Por el mismo motivo que las empresas prefiren un entorno «feliz», también parece razonable que es preferible trabajar en un espacio libre de conflictos, que en otro en el que las discusiones, salidas de tono, «broncas», etc. se produzcan a diario. El conflicto refleja tensión, distrae a los empleados de su trabajo y por lo tanto, daña la productividad. Un espacio de trabajo sin conflictos laborales, es un espacio mucho más productivo.

¿Pero es así? No siempre. En muchos casos y aunque pueda parecer paradójico, el conflicto puede conducir a un mejor rendimiento laboral. Si bien parece claro que los conflictos de naturaleza personal (diferencias en personalidad o valores) sí parecen ser claramente negativos y dañan a la organización, aquellos basados en tareas (cómo se ejecuta un proyecto), aunque son capaces de despertar muchas emociones y en ocasiones pueden ser desagradables, casi siempre conducen a tomar mejores decisiones.

El conflicto basado en tareas evita el acuerdo prematuro y por compromiso, favorece un debate abierto, un mayor escrutinio de posibles alternativas, empleados más enérgicos y activos. Las empresas que ponen todo su empeño en  evitar la confilctividad laboral a toda costa, a veces consiguen espacios más amables, pero también menos pasión.

Mito 3. Si eres feliz, cometes menos errores

Siguiendo con la idea de «felicidad a toda costa» en el espacio de trabajo, la proposición que encabeza este mito es sencilla: más felicidad equivale a menos tensión, menos tensión equivale a cometer menos errores.

Podría ser así. Y seguramente algo de verdad hay en el encabezado. Pero también puede darse un efecto opuesto. Menos tensión también equivale a más relajación. Más relajación puede equivaler a prestar menos atención y por lo tanto, puede conducir a cometer más errores.

Mito 4. Lo importante en encajar en «nuestra» cultura corporativa

Cada vez más las empresas tienden a contratar a su personal no tanto basándose en las habilidades o la experiencia laboral del candidato, sino valorando si encaja en la cultura corporativa de la compañía. El hecho de que comparta la misma visión de la empresa o que tenga un perfil social y cultural simlilar al resto, se considera un plus en un momento en el que las organizaciones se definen por las personas que trabajan en las mismas.

Esto que por un lado tiene un componente muy positivo, como es el hecho de alinear objetivos, puede en cambio ser perjudicial si al final se crean compañías demasiado uniformes, en las que al final se impone un pensamiento único, una única forma de ver las cosas.

Es cierto que más uniformidad, el compartir valores y actitudes hacia el trabajo puede crear ambientes más productivos, más sanos y menos conflictivos pero como hemos visto antes, esto no siempre es el mejor ángulo a la hora de ser más competitivos.

Mito 5. El trabajo tiene que ser divertido

Las grandes empresas tecnológicas han convertido la diversión en todo un mantra de cómo debería se el espacio de trabajo ideal. Campus como los de Google, Facebook, Twitter o Microsoft se caracterizan por sus áreas de juegos en las que no faltan consolas, máquinas recreativas, mesas de ping-pong y billares. Se combinan con espacios para el relax, la posibilidad de echarse una siesta, gimnasios abiertos casi las 24 horas y todo tipo de restaurantes. Algunos en un intento de proyectar esa cultura corporativa de la que hablábamos parecen más un parque de atracciones que un espacio de trabajo.

Pero aquí se combina un doble efecto. Por un lado el empleado es cierto que accede a un buen número de beneficios que aprecia. Pero por otro, si en su trabajo tiene más fuentes de distracción y diversión que en su propia casa, ¿Por qué debería de volver? Estas empresas consiguen al final que sus empleados «estiren» su jornada laboral al máximo y que permanecer en la oficina (que no trabajando) 15 0 16 horas al día, sea visto como normal.

¿Pero son por ello mejores espacios de trabajo? Al final una empresa tiene que ofrecer a sus empleados lo que necesitan para que sus necesidades laborales estén cubiertas, nada más. Un exceso de «diversión» consigue que estamos más tiempo en el trabajo, pero difícilmente nos convierte en personas más productivas.

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