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Viernes, 29 Marzo 2024

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Dopamina: la droga que te impide concentrarte

dopamina

Interrupciones. Mensajería instantánea. Últimas noticias. Redes sociales. Vídeos on-line, etc. Son algunas de las principales distracciones a las que nos enfrentamos en nuestra jornada laboral.

Un constante flujo de información que nos “bombardea”, las ocho horas al día que permanecemos sentados frente a nuestro ordenador y que por lo general, merma nuestra productividad y nos agota física y mentalmente.

Analizado friamente, la solución parece sencilla: impedir las distracciones. Pero como sabemos, no es tan fácil. Y la culpa no solo es nuestra. La dopamina, un neuro transmisor que nos engancha como la peor de las drogas, es la principal responsable.

¿Por qué nos comportamos de esta forma? ¿Qué nos lleva a dejar de prestar atención a nuestro trabajo o al libro que estamos leyendo para por ejemplo, comprobar nuestras redes sociales o ver el último vídeo de gatos que arrasa en Youtube?

Dopamina: gratificación instantánea

Según aseguran los científicos, la culpa la tiene la forma en que “está diseñado” nuestro propio cerebro: tiende a privilegiar la información nueva frente a la antigua. De hecho tiende a privilegiar la llegada de nueva información sobre cualquier otra cosa, incluso sobre cosas tan esenciales para la vida, como la comida o el sexo.

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La promesa de nueva información (correo electrónico, un DM en Twitter, notificación de WhatsApp, etc.) libera dopamina, responsable de esa sensación de bienestar que experimentamos después, y que a la vez, nos mantiene alerta ante la promesa de nueva información que libere más dopamina. El cerebro entra en un bucle que responde a una fórmula muy similar a la siguiente: nueva información + dopamina = placer

Este bucle se refuerza cada vez que un contaco actualiza su estado en Facebook, cuando entramos en nuestro periódico favorito para consultar información de “última hora” o cuando en nuestra bandeja de entrada aterriza ese e-mail que tanto estábamos esperando.

La combiación se convierte por lo tanto en una droga (tal vez la más natural de todas) que nos atrapa en un círculo del que resulta difícil de escapar, toda vez que hoy en día estamos rodeados de muchas más distracciones que en el pasado.

Sin energía

Pero este no es el peor de los problemas. El efecto colateral más importante de esta distracción constante es el rápido agotamiento de nuestra energía.

Como explican en HBR, aunque el peso de nuestro cerebro no supera el 2% del total, consume el 20% de la energía que disponemos. Dependiendo de la actividad en la que nos encontremos “enfrascados” en cada momento, consumiremos más o menos energía.

El estudio del neurólogo Daniel Levitin sugiere que cuando estamos relajados (tumbados, mirando por la ventana, etc.) nuestro cerebro entra en un modo “descanso” en el que solo consume 11 calorías por hora. En el caso de tener que estar concentrado en la lectura de un libro por ejemplo, el consumo llega a las 42 calorías por hora.

Pero cuando se enfrenta a interrupciones constantes y a nuevas llamadas de atención que cambian el tipo de información que recibe, el consumo energético se dispara, llegando hasta las 65 calorías por hora. Y cuanto más entramos en “modo multitarea” más difícil se lo estamos poniendo. Al final nos encontramos agotados, exhaustos y con la mayor parte del trabajo sin terminar.

Desconexión digital

Detectado el problema, ¿Cuál es la solución? Como solemos explicar en la mayoría de artículos en los que abordamos el tema de cómo mejorar nuestra productividad limitar las distracciones e interrupciones durante nuestra jornada laboral es una de las claves.

Apagar el teléfono mientras estamos trabajando, e incluso desconectarnos de Internet cuando realmente necesitamos concentrarnos en un tema delicado, son dos de las medidas que van a ayudarnos a mantenernos enfocados, sin que por ello se “acabe el mundo”.

Una vez en casa, el hacer un esfuerzo por volver a un “mundo analógico”, limitando el uso de todo tipo de pantallas y por qué no, redescubriendo el placer de leer un libro en vez de ver la televisión, ayuda a nuestro cerebro a descansar y a despertarnos al día siguiente mucho más despejados.

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