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Viernes, 26 Abril 2024

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Enganchados a la productividad personal o por qué no puedes ser «más productivo»

productividad

La mayoría de nosotros tenemos un “guilty-pleasure”, un placer culpable que nos lleva a hacer cosas que socialmente no están demasiado bien vistas pero que en realidad, nos hacen sentir mucho mejor. En este cajón cabe de todo: adictos a telenovelas y reality shows, seguidores de Tomás Roncero, consumidores compulsivos de libros de auto-ayuda, etc.

Para muchos emprendedores, su placer culpable no es otro que la productividad. Pero ojo, no la productividad entendida como un método que les ayude a ser más eficaces a la hora de desarrollar su trabajo. Sino productividad como un concepto abstracto, como una promesa de felicidad que les va a llevar no se sabe muy bien qué.

Este libro te va a salvar la vida

Si bien es cierto que métodos de productividad ha habido “toda la vida” es justo reconocerle al César lo que es del César. No entenderíamos lo que hoy muchos emprendedores tienen en mente cuando hablan de productividad si en 2001, David Allen no hubiera escrito “Getting Things Done: The Art of Stress-Free Productivity” (en castellano se tradujo como “Organízate con eficacia”), la para muchos “Biblia de la productividad” y en la que se establecían los principios del conocido como método GTD.

Poco más tarde, Tim Ferris otro de los conocidos como gurús de la productividad escribía “The 4-hour Workweek” (la semana laboral de cuatro horas). A este dúo se sumaba casi al mismo tiempo Robin Sharma (autor de libros como “El monje que vendió su Ferrari”  o “Liderar sin cargo”). Entre los tres forman lo que podría denominarse como la “santa trinidad de la productividad”. Siguiendo con la analogía, todo lo que escribían en sus libros y blogs, los consejos que daban en sus multitudinarias conferencias, “iba a misa” siendo puesto en práctica por millones de personas en todo el mundo. Palabra de Allen.

A partir de aquí, el caos. Basta echar un vistazo en Amazon. Una simple búsqueda por el témino productividad ofrece la friolera de 11.698 resultados (25.597 si el término empleado es “Productivity”). Y encontramos de todo. A simple vista: “Productividad para vagos”, “Productividad para emprendedores”, “Productividad para perezosos” “#Ultra-Productividad”, “Tiempo productivo” o “Productividad total”. En las próximas semanas se publicará «Productividad para gatos» y «Cómo ser más productivo mientras riegas las plantas».

Advertencia, desplázate para continuar leyendo

Miles de libros que con más o menos matices, de una forma más o menos original y empleando distintos ángulos, básicamente repiten los mismos y consagrados principios del gran gurú. Por supuesto, el fenómeno no se redujo a un mero boom editorial. La explosión de Internet trajo consigo un fenómeno amplificador y multiplicador. De la noche a la mañana, todos podíamos ser más productivos si seguíamos los pasos adecuados.

También en MuyPymes fuimos y en cierto modo, seguimos siendo “culpables”. Basta buscar “productividad” en el buscador de esta página para poder disfrutar de los más de 500 artículos que desde 2008 hemos dedicado a este tema. Todos fantásticos, no os los perdáis.

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Y entonces llegaron las Apps

Mientras se mantuvo en el terreno del bolígrafo y el papel, la productividad personal parecía un terreno controlado. Materia de “cuatro locos” que pasaban buena parte de su día organizando sus tareas antes de empezar a trabajar. Pero entonces todo cambió. Llegaron las Apps y un mundo entero de posibilidades se abrieron ante la mirada cada vez más atónita del trabajador procrastinador que «desea» dejar de procrastinar.

Omnifocus y Things abrieron la veda. Aplicaciones que se ajustaban estrictamente a la filosofía GTD de Allen, con esa curva de aprendizaje que sin ser compleja, ofrecía a los usuarios de esas carísimas  aplicaciones la sensación de que pertenecían a un club privado, que compartían un secreto que les hacía sentirse especiales.

Así que si una aplicación para ser más productivo era tan especial, ¿Por qué no hacerla accesible a todo el mundo? Y llegaron. Muchas. Muchísimas. Toda una marea. En pocos años pasamos del enfoque más profesional a todo tipo de aproximaciones. Así llegaron Wunderlist, Todoist, Remember the Milk, Evernote, Any.Do, Doit, Toodledo o la española Hightrack.

Como si de repente se hubiese puesto en marcha una conspiración, nos encontramos día sí día también escribiendo listas de tareas y sub-tareas, estableciendo prioridades, programando recordatorios, compartiendo tareas con nuestros compañeros de trabajo y un largo etc. que en realidad no cristalizaba en nada realmente productivo. ¿El culpable? La propia promesa de una mejor productividad.

Cada vez que nos acostumbrábamos a utilizar una App, una nueva “enseñaba la patita” en la tienda de aplicaciones de nuestro smarphone o conseguía hacerse un hueco en uno de nuestros blogs favoritos. Por supuesto, en ese momento la dopamina de nuestro cerebro se ponía en marcha en busca de una gratificación inmediata. ¿Y que era lo más inmediato? Borrar la antigua App y empezar a trabajar con la nueva, con la esperanza de que “esta vez fuese la definitiva”.

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El secreto: no necesitas ser más productivo

Si nos has seguido hasta aquí y te has visto reconocido en alguno de estos párrafos, seguramente como nosotros, hayas descubierto un peligroso secreto. Que en realidad, sin hacer nada especial, ya eres bastante productivo. Que no necesitas serlo más. Que en cuanto llegas a tu trabajo sabes exactamente lo que tienes que hacer y no necesitas ningún método que te lo recuerde.

¿Asusta verdad? Después de todos esos libros y artículos que has leído. Después de todas esas Apps que has probado resulta que has estado «perdiendo el tiempo». Que lo esencial, lo que marca la diferencia entre ser o no productivo, viene de serie, lo llevas dentro.

No queremos decir que todos estos métodos de productividad personal, de gestión de tareas, etc. no tengan ningún sentido. Lo tienen y mucho, en nicho muy concretos. Aplicados a un perfil muy determinado de usuarios, tal vez altos ejecutivos que viajan a diario y tienen que asistir a decenas de reuniones.

Pero siendo así, llega el momento de revelar el segundo secreto. Desde hace muchos años este perfil de usuarios tiene un método infalible de productividad: su asistente, su secretario/a personal.

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