Los buenos datos que registra la economía española ocultan la triste realidad de una economía sumergida que casi representa la quinta parte de la riqueza nacional. El Institut for Applied Economic Research (IAW, por las siglas en alemán) de la prestigiosa universidad alemana de Tubinga estima que España se encuentra tercera por la cola en este tipo de la actividad que se desarrolla al margen de la Hacienda Pública. Y que cada año, este tipo de negocios representan el 17,2% del producto interior bruto (PIB) español. Esto supondría más de 210.000 millones de euros.
Sólo Grecia e Italia superan a España en el capítulo de economía sumergida, con el 21,5% y el 19,8% respectivamente. Fundado en 1957, el IAW está considerado como la más prestigiosa fuente en cuanto al análisis de la economía sumergida en Europa.
La economía sumergida constituye un conglomerado de actividades económicas que se liquidan en dinero contante y sonante, con el objetivo de eludir las obligaciones con el Fisco. Desde comerciantes hasta cuidadoras de niños, existe una amplia gama de actuaciones más proclives a eludir los compromisos con la Hacienda.
La economía sumergida en todo el mundo se eleva hasta los 550.000 millones de euros que no cotizan de cara a las arcas de los estados, lo que constituye no sólo un freno a la economía, sino también a la capacidad de innovación del país.
Hace cinco años, los técnicos del Ministerio de Hacienda que constituyen la asociación Gestha evaluaron en 38.000 millones de euros la cantidad de impuestos que dejaba de ingresar el Estado por este tipo de actividades que evaden impuestos. Esto significa que si estas empresas contribuyeran a los ingresos del Estado, no existiría déficit en España.