La empresa británica Wileyfox nació como un proyecto ambicioso y muy en interesante en 2015, ya que buscaba hacerse un hueco en el mercado smartphone y competir con los grandes del sector apostando por una estrategia «diferente».
Su objetivo principal era ofrecer smartphones con un buen nivel de prestaciones, una buena calidad de construcción y un buen soporte a un precio económico. Dicho de una manera popular y simple querían comercializar terminales «buenos, bonitos y baratos».
Para que esto fuese viable optaron por una estructura simplificada y por contar con una fuerza de trabajo que se reducía a lo indispensable. Esto les permitía tener unos gastos operativos mínimos, una máxima que ampliaron al elegir la plataforma móvil de Microsoft y Cyanogen como sistemas operativos principales para sus terminales, aunque también lanzaron algunos modelos con Android.
El caso es que la compañía no logró tener el éxito esperado. Sus terminales no terminaron de gustar a los consumidores trimestre a trimestre iban acumulando pérdidas. Al ser una empresa relativamente pequeña los números no tenían nada que ver con las cifras que mueven los gigantes del sector (por ejemplo en abril de 2017 tuvieron un pico de 2 millones de dólares en pérdidas).
Sin embargo parece a los malos resultados económicos de Wileyfox hay que sumar el colapso de uno de los principales bancos que se encargaba de proporcionarles financiación y que está afincado en Rusia.
El futuro de Wileyfox es incierto pero de momento las previsiones no son buenas y todo apunta a la próxima desaparición de la compañía.