Huelga «a la japonesa». Lo hemos oído infinidad de veces. La última, en los labios de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, con motivo de la huelga feminista convocada para este 8 de marzo. En similares términos se expresó unos días antes la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina.
Pero lo cierto es que el concepto de «huelga a la japonesa» no es más que un mito. La idea de que para hacer huelga los japoneses trabajan más, es una leyenda urbana que de hecho, únicamente se ha popularizado en España y algunos países de América Latina.
Se empieza a hablar de «huelgas a la japonesa» en los años 70, cuando la laboriosidad del pueblo nipón llama la atención en el mundo entero gracias a sistemas de producción como el «Just in Time» de Toyota.
En ese momento se inventa el «chascarrillo» de que cuando los japoneses van a la huelga, en realidad trabajan mucho más, de modo que el exceso de producción impida la gestión y el almacenado correcto de mercancías y de esta forma, se perjudique económicamente a la empresa en la que se hace la huelga.
Pero pese a esta imagen tan curiosa, lo cierto es que los japoneses hacen unas huelgas de lo más normal. Lo habitual es que los días de huelga se manifiesten (eso sí, de forma muy respetuosa) frente a las puertas de su empresa y que muchos, hagan huelgas de celo.
Sí que es cierto que por su cultura empresarial y la estrecha relación que existe entre compañías y sus trabajadores, las huelgas en Japón son mucho menos habituales que en otros países. Pero desde luego, la imagen de miles de japoneses duplicando su horario laboral para perjudicar a su empresa, no es más que la invención de una mente algo calenturienta.