Que los inversores de capital riesgo son capaces de apostar por las empresas más inverosímiles es una realidad que la burbuja de las puntocom del año 2001 se encargó de demostrar. ¿Pero hasta dónde son capaces de llegar?
Rachel Sequoia intentó llegar más lejos que nadie el pasado mes de febrero, cuando en uno de los clásicos eventos que se realizan en Silicon Valley, en los que se presentan futuros proyectos para atraer la «fortuna» de los inversores, pidió públicamente 500.000 euros para vender «aire» .
La idea de Rachel era realmente sencilla: compartir con todo el mundo el aire proveniente de otras latitudes. Para ello se comercializarían botes de cristal en el que el comprador pordría, por un módico precio, aspirar el aire de las montañas rocosas, el de las costas de Hawai o por qué no, la contaminación de Pekín o Tokio.
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La idea, a todas luces absurda, llegó a soprender enormemente a la audiencia, que se motró encantada por la calidad y originalidad de una presentación que fue calificada al mismo tiempo de estúpida y brillante. Algunos escépticos argumentaron que lo que Rachel hizo en realidad fue una performance en la que ridiculizar el mundo de las star-ups, los business angel y los inversores de capital riesgo. En todo caso en en este artículo podéis ver lo mejor: la propia presentación.