El FMI plantea una revisión radical de la edad de jubilación. Jubilarse a los 65, a los 67 o incluso a los 70 años no debería ser una norma más o menos estándar sino que debería estar de acorde con la esperanza de vida de cada país.
Dicho en sus propias palabras, «los países deberían subir la edad de jubilación a la par que crece la esperanza de vida», afirma institución internacional, que sugiere que, ante la controversia que suscitan estos procesos, sería recomendable «establecer reglas automáticas que lo faciliten cuando fuera necesario».
En este sentido, el FMI planta que si la esperanza de vida aumenta en un año, la edad de jubilación debería retrasarse a su vez en un año. «Se trata de un proceso dinámico» indica. En la práctica esto supondría que una persona que ya ve próxima su jubilación tendría que trabajar uno, dos o tres años más si de repente el país en cuestión decide que la esperanza de vida ha aumentado.
Otra de las consecuencias más evidentes de este planteamiento es que se prolonga el período de acumulación de recursos jubilatorios y acorta el período de uso de los mismos, de modo que frente a los casi 2o años de pensión que disfrutan como media nuestros jubilados, podríamos encaminarnos hacia un escenario de 15 o menos años.
Pero la institución que preside Christine Lagarde va más allá y afirma que «ss importante que las entidades que ofrecen pensiones puedan actuar con flexibilidad: si no es posible incrementar las contribuciones o subir la edad de jubilación, posiblemente haya que recortar las prestaciones».
Como proyección a futuro el FMI asegura que si el promedio de vida para 2050 aumentara tres años más de lo que se espera actualmente, «los costes del envejecimiento, que ya son enormes, podrían aumentar 50%».