Si tu empresa se dirige a un nicho de mercado compuesto por personas de entre 40 y 50 años y te estás preguntando qué estrategia de marketing seguir para ser más visible y aumentar tu volumen de negocio, tenemos algo que puede interesarte. Seguro que has oído hablar en mil y una ocasiones de los influencers, personalidades relevantes, con cientos de miles de seguidores en redes sociales, que ponen su visibilidad e imagen al servicio de las marcas. Hasta el momento siempre se han asociado a un público millenial pero las acciones que se están llevando a cabo con enseñas dirigidas a una audiencia de más edad demuestran que… ¡El influencer marketing es (casi) para todo el mundo!
Cada vez más firmas en todo el mundo están confiando en este tipo de campañas. La clave es seleccionar muy bien el influencer en el que vamos a confiar nuestra imagen. Han de ser personas con relevancia, obviamente, con una buena comunidad de followers y que se muevan en franjas de edad similares a las del consumidor potencial al que nos dirigimos. “El público al que se puede alcanzar a través de estos perfiles es muy amplio. Es necesario seleccionar bien el usuario, las plataformas y el storytelling estratégicamente para no desperdiciar impactos”, apunta Elena Rodríguez, country manager en Pulse Advertising.
Las claves son básicamente dos, según explica Rodríguez. Para empezar, conocer muy bien el mercado de influenciadores. Para continuar, diseñar una campaña con las piezas adecuadas. Encontramos múltiples ejemplos en YouTube. Es el caso de las recetas de cocina, que son emitidas por personas con una gran base de suscriptores de entre 40 y 60 años. Otra red social donde se pueden en contra buenas propuestas es Instagram, con cuentas centradas en arquitectura de personas que rondan los 50 años. “En el último año, el 20% de las campañas que hemos llevado a cabo han ido dirigidas a este target más adulto”, comenta Rodríguez.
Dicho esto, no dejéis a un lado las múltiples posibilidades que ofrecen acciones como estas. En ocasiones se desestiman de manera automática sin valorar realmente si es algo que se podría adaptar o no a las características de nuestro negocio.
