No había que ser un gurú para pronosticar con acierto el cierre de Juicero. La startup, fundada por Doug Evans había conseguido hace unos meses un título al alcance de muy pocas empresas: construir el exprimidor de zumo más caro del mundo y presumir de ello.
Con un precio inicial de 700 euros, la promesa de Juicero pasaba por zumos orgánicos de altísima calidad, cuya «fórmula magistral» se gestaba en un exprimidor «inteligente», teóricamente capaz de actualizar constantemente la composición de estos smoothies «de otro planeta».
La realidad sin embargo demostró poco después del lanzamiento inicial, que la tecnología de Juicero no era ni mucho menos tan sofisticada. Un demoledor artículo publicado en Bloomberg mostró que en realidad, los dueños de un Juicero no necesitaban el exprimidor para nada. Exprimiendo manualmente las bolsas de zumo que proporcionaba la propia marca, se obtenía el mismo resultado.
Tras el revuelo inicial, el CEO de la empresa defendió el valor que aportaba su exprimidor como producto conectado, lo que no le impidió a las pocas semanas rebajar el precio de su dispositivo hasta los 400 dólares e incluso, anunciar una versión «lite» del mismo, que no superaría los 200.
Y sin embargo y como era de esperar, ninguna de estas acciones ha funcionado. En un comunicado de prensa Doug Evans anuncia que de momento, pone fin a la actividad de Juicero como empresa y que a la vez, busca un comprador capaz de replantear la experiencia y «que pueda desarrollar con éxito la misión de Juiciero». ¿Lo conseguirá?
