La crisis del coronavirus ha acelerado el proceso. Pero el teletrabajo, que ya estaba con nosotros desde hace tiempo, ha venido para quedarse.
Antes de que se desencadenara todo el proceso del Covid 19, ya se habían tomado medidas para impulsar de una manera u otra el trabajo en remoto. La Comunidad de Madrid destinó en 2019 cuatro millones de euros a la conciliación en las empresas. El ejecutivo regional puso en marcha ayudas de hasta 10.000 euros por empresa para la puesta en marcha de acciones que faciliten la flexibilidad horaria y el teletrabajo. El 42% de las empresas apostaron por esta última opción. Entre las mismas, el 48% se rigen por el convenio colectivo de ‘Oficinas y Despachos’, el 17% por el de ‘Inserción Social y Consultoría’, el 9% por el de ‘Comercio’ y el 4,5% por el de ‘Ingeniería e Industria’.
Con el estallido de la crisis, el Gobierno ha decidido aprobar medidas de estímulo para reactivar la actividad de los sectores más afectados por la aparición del coronavirus y para facilitar el teletrabajo que permita compaginar la actividad profesional con el cuidado de los menores.
Conciliación y productividad
Más conciliación, flexibilidad y productividad son las máximas de quienes defienden esta práctica. Pese a las ventajas, en las que existe un cierto consenso en el ámbito laboral, no todas las compañías están preparadas para introducir los cambios necesarios y funcionar con parte de sus trabajadores en remoto.
El teletrabajo ahorra al empleado el tiempo y coste del traslado al centro de trabajo y, en el caso de padres y madres, el coste que implica tener a los hijos atendidos hasta que llegan a casa. También las empresas tienen beneficios y ya hay algunas que tienen a su plantilla al completo teletrabajando para evitar costes de alquiler de oficinas y suministros.
La globalización y el transporte urbano son otros factores a tener en cuenta, según declaraciones de la Asociación Española de Directivos (AED), que recoge El Español. “El teletrabajo ofrece muchas posibilidades para mejorar la gestión en un mundo global con husos horarios diferentes”, explican. A esto, añaden la movilidad en un sentido amplio, que incluye la calidad del aire, la contaminación acústica, y un menor consumo de energía y de tiempo perdido en desplazamientos.
Mientras que el teletrabajo empieza a penetrar en medianas y pequeñas empresas, algunas multinacionales hace tiempo que juegan en esta liga. Nokia, Telefónica y Repsol son algunas de las pioneras en España. Esta última implantó su programa de teletrabajo en 2008 y actualmente se acogen a él unos 1.800 empleados en todo el mundo.
La revolución, sin embargo, estará liderada por las pymes. Así lo cree Tomás Santoro, director ejecutivo de la compañía de marketing onlineBocetos y de Suma CRM, que ayuda a las pymes a gestionar a sus clientes. “En las grandes empresas se empieza a ofrecer la posibilidad de trabajar en remoto un día a la semana, pero las pymes son las que podrán introducirlo de forma más rápida”, asegura.
Implantación por comunidades autónomas
La implantación del teletrabajo presenta notables diferencias a nivel territorial. De este modo, en la Comunidad de Madrid teletrabaja el 9,7% de los empleados y en Andalucía un 8,4%, frente al 5% de Baleares y el 5,3% de Cataluña.
Por grupos de edad, el teletrabajo atrae más a los trabajadores más jóvenes. En el grupo de edad entre 25 y 45 años, un 78% lo disfruta o lo ha solicitado. En el caso de los mayores de 45 años, este porcentaje se reduce al 58%. Son las conclusiones de un estudio de Adecco, recogido por Monedo, que apuntan a que el teletrabajo siga creciendo en el futuro, impulsado por las nuevas tecnologías y el aumento de empresas online.
Precisamente, el hecho de que España sea un país de servicios repercute directamente en la lenta implantación del teletrabajo en nuestro país, pues la mayoría de empleos requieren presencia física para poder desarrollarlos. Y de otro lado está el tema de la cultura laboral y las comunicaciones. Según el Libro Blanco del Teletrabajo, el 80% de los comunicados de las empresas se hace de forma informal, mientras que en el caso del teletrabajo las comunicaciones se hacen por escrito. La mayoría de las empresas en España aún no han pasado esa barrera.