Lo tienes claro, quieres utilizar un SSD para dar una segunda vida a tu PC o portátil. Se trata de un equipo relativamente antiguo, así que no quieres gastar mucho dinero, y vas a elegir una unidad con una capacidad de espacio bastante ajustada.
Si te encuentras en esa situación, debes tener cuidado, ya que, en ocasiones, elegir un SSD de baja capacidad no es una buena opción. En este artículo te vamos a explicar por qué, y te vamos a dar una serie de recomendaciones que te serán de gran ayuda.
En primer lugar, debes tener en cuenta que un SSD de baja capacidad puede acabar siendo insuficiente incluso para un uso muy básico. Si tienes previsto instalar Windows 10 en él, no deberías bajar de los 120 GB, ya que en caso contrario (modelos 20 GB, 40 GB y 60 GB) te acabarás viendo muy limitado y puede que no tengas, ni siquiera, espacio suficiente para instalarlo, o para mantenerlo actualizado.
Pero eso no es todo. Las unidades SSD de menor capacidad suelen tener un rendimiento inferior al de las unidades de mayor capacidad, y también una menor vida útil en lo que a resistencia a ciclos de escritura se refiere. Por otro lado, su valor coste por gigabyte también suele ser peor que el de otros modelos con mayor capacidad, aunque estos últimos sean más caros.
Por ejemplo, un SSD de 60 GB tiene un precio medio de 19 euros, pero podemos encontrar un SSD de 120 GB por un precio medio de 23 euros. Por solo 4 euros más, nos llevamos el doble de capacidad, así que su valor coste por gigabyte es mucho mayor, y este último sería mejor opción a todas luces.
Entonces, ¿dónde está el mínimo a la hora de comprar un SSD?
A día de hoy, creo que no merece la pena comprar un SSD con una capacidad inferior a los 120 GB, tanto por lo que hemos dicho a nivel de capacidad y las limitaciones que supondría, como por vida útil y, especialmente, por la relación coste por gigabyte.
Comprar un SSD es la mejor manera de dar una segunda vida a un PC o portátil, pero no debemos cruzar esa línea roja que acabamos de marcar alrededor de los 120 GB.