Uno de los problemas a los que se enfrentan los profesionales y freelancers es que, en ocasiones, se ven obligados a aceptar una carga de trabajo mucho mayor a la que realmente pueden asumir.
El principal motivo para asumir este «trabajo extra» no es tanto por el de aumentar sus ingresos (que también) sino que temen que una negativa a asumir ese encargo de última hora, puede llevarles a perder el cliente. En este artículo ofrecemos algunos consejos para no acabar «quemados».
El problema no es baladí. Por un lado, son profesionales que a lo largo de los años han sabido crearse una posición, son conocidos y respetados y por ese motivo tienen muchos encargos. Por el otro, precisamente porque son conocidos, el volumen de trabajo que reciben puede sobrepasarles. Al principio, la tendencia natural de muchos profesionales es asumir algún trabajo extra, pensando que al tratarse de una «situación especial» pueden perfectamente trabajar algunas horas más o asumir algunas noches «sin dormir».
Y si bien en principio no hay problemas si se trata de una situación que se produce de forma muy puntual, puede llegar a serlo cuando la carga de trabajo que asumimos nos conduce, irremediablemente a largas jornadas laborales de 15 ó 16 horas. El resultado más que previsible de esta situación, es el estrés, la ansiedad y lo que es peor, la incapacidad de asumir una carga normal de trabajo: llegamos a un punto que incluso renunciando al trabajo extra, somos incapaces de realizar nuestro trabajo rutinario.
Llegados a este punto cabe preguntarse si es posible compaginar los dos extremos, es decir: por un lado no ahuyentar a posibles clientes que no van a trabajar más con nosotros y, por el otro, no asumir más trabajo del que realmente somos capaces de entregar con calidad. La respuesta, que por otro lado motiva la redacción de este artículo, se traduce en un compromiso, una negociación entre el cliente y el freelancer, de modo que pueden llegarse a algunos acuerdos que convengan a ambas partes. Y es que, se puede decir que NO a un encargo, pero hay saber cómo decirlo.
Aprender a decir NO
Negociar fechas de entrega
Normalmente, salvo casos excepcionales, las fechas de entrega (o deadlines) tienen un cierto carácter arbitrario, es decir, no existe una verdadera urgencia inexcusable para retrasarlas o posponerlas. En Freelance Folder comentan una anécdota que seguro que ha vivido más de uno de nuestros lectores.
«Recuerdo una vez que pasé días trabajando de sol a sol, casi sin dormir, sólo para entregar el trabajo a tiempo. Cuando recibí la respuesta, una semana después de la fecha acordada, decía: he estado de vacaciones, así que no he tenido tiempo para revisar el proyecto. Sin embargo, tiene buena pinta».
¿Realmente es necesario trabajar tantas horas seguidas? Antes de aceptar un encargo, ¿Por qué no negociar fechas de entrega realistas?
Negociar el contenido del proyecto
En periodos en los que la carga de trabajo sea considerable, podemos optar antes de rechazar categóricamente un nuevo encargo, por negociar con el cliente el contenido que estamos dispuesto entregar.
Quizás podemos negociar entregar una parte del proyecto, o un borrador del mismo que bien puede acabar desarrollando otra persona (o nosotros mismos en un futuro cercano). También podemos negociar la divisiónh del proyecto en varios subproyectos con fechas espaciadas en el tiempo, de modo que podamos cumplir con nuestros otros compromisos.
Externalizar el proyecto
Una práctica habitual en el mundo freelance es apoyarnos en compañeros de confianza, externalizando partes del proyecto que sabemos que no podemos acometer por falta de tiempo. La postura ética en este supuesto es comunicar al cliente que estamos dispuestos a trabajar en su proyecto, pero que vamos a externalizar parte del mismo o que vamos a contar con la colaboración de otras personas.
Una postura mucho menos ética, que practican algunos freelancers, es externalizar completamente el proyecto, no decir nada al cliente, y quedarse con una comisión por haber realizado el «contacto».
Recomendar a otro freelancer
Si la nuestra carga de trabajo realmente nos impide optar por alguna de las soluciones que hemos expuesto hasta ahora, la última alternativa que nos queda es recomendar a nuestro cliente que contacten con otra persona de nuestra confianza. Recordemos que los clientes quieren soluciones, y aunque en esta ocasión no trabajen con nosotros, se acordarán que en vez de recibirles con un NO categórico, tuvimos la amabilidad de recomendarle a otra persona que podía proporcionarles las soluciones que demandaban.