La vida del freelance es más dura de lo que muchos pueden llegar a sospechar y es que el freelance que da sus primeros pasos acaba cometiendo ciertos errores que suelen acabar por pasarle factura.
En este sentido, errores como facturar por debajo del precio de mercado, o no disponer de ciertas habilidades comerciales básicas, pueden representar obstáculos en el camino que debemos aprender a evitar. En MuyPymes hemos recopilado un pequeño reportaje con los cinco errores más frecuentes que comete este colectivo.
Facturar por debajo del precio del mercado
Uno de los principales errores que puede cometer un freelance, especialmente en tiempos de crisis, es el de rebajar exageradamente sus pretensiones económicas. Son muchos los que cometen este error, ya que piensan que bajando el precio (por proyecto, por hora de trabajo, por palabra traducida, etc.) podrán conseguir más clientes, y hacerse un hueco en el competitivo mundo freelance. Sin embargo, comenzar a facturar por debajo del precio de mercado acarrea consecuencias negativas a medio plazo, principalmente por dos razones:
1. Porque cuando las cosas nos vayan mejor y comencemos a aumentar nuestra cartera de clientes, difícilmente podremos justificar una subida de nuestras tarifas. En este punto hay que tener muy presente que los clientes también son muy conscientes de que se les está facturando menos de lo «apropiado» por lo que en cuanto subamos nuestras tarifas probablemente asignen el próximo encargo a otro «profesional» dispuestos a trabajar por menos dinero.
2. Porque le hacemos un flaco favor a nuestra comunidad profesional. En la comunidad freelance existe un pacto tácito por el que todos se comprometen a facturar cada tipo de trabajo por encima de un precio mínimo. El principal motivo de este «pacto» es que si una gran cantidad de freelancers de un sector determinado comenzasen a facturar por debajo del precio mínimo acordado, acabarían por «romper el mercado» perjudicando seriamente al resto del colectivo. De hecho, los «profesionales» que cometen este error son muy mal visto dentro de la comunidad, y pueden acabar siendo «marginados».
Clientes que monopolizan nuestro tiempo de trabajo
Existen ciertos clientes que tienden a asumir que al contratarnos como freelance, pueden disponer de nuestro tiempo como si fuésemos un empleado más de su empresa. En este sentido, tienden a monopolizar todo nuestro tiempo con llamadas y e-mails constantes, llegando a casos extremos de acabar por planificar nuestra agenda.
En este punto hay que recordar que una de las razones que nos han llevado a convertirnos en freelance es que nos gusta ser nuestro propio jefe, tomar nuestras propias decisiones. Por lo tanto, si advertimos que uno de nuestros clientes intenta monopolizar todo nuestro tiempo, deberemos comunicarle muy educadamente que estamos trabajando en otros proyectos al mismo tiempo (aunque no sea enteramente verdad).
No saber vender nuestros servicios
Una de las habilidades que más deberían potenciar los freelancers es la comercial. Son muchos los profesionales que siendo grandísimos diseñadores gráficos, programadores o traductores, fallan estrepitosamente a la hora de vender sus servicios. En muchas ocasiones falla precisamente la parte más importante: la comunicación con un posible cliente. En este sentido, hay que tener en cuenta que muchos clientes no saben exactamente lo que necesitan, o lo que le podemos ofrecer y cómo podemos ofrecérselo.
Debemos ser capaces de identificar sus necesidades, proponerle alternativas que solucionen de una forma eficaz su problema, resultar en definitiva proactivos. Pocos negocios haremos si nos sentamos de brazos cruzados esperando a que nos llamen por teléfono. Quizás, asistir a un curso básico de habilidades comerciales o incluso de negociación puede ser una gran idea para aprenden a tratar con nuestros futuros clientes.
Ser poco realistas
La desesperación de tener pocos clientes o ver cómo lo encargos no terminan por llegar puede llevar a cometer errores que más tarde podemos pagar. En este punto el típico error que comete el freelance que está empezando su carrera empresarial es aceptar por sistema todos los encargos que le proponen.
Es verdad que hay momentos en los que, dada nuestra situación económica, no podemos permitirnos ser especialmente exigentes, pero también lo es el hecho que trabajar con ciertos clientes puede acarrearnos resultados desastrosos. En este punto conviene evitar a todos aquellos que nos ofrecen encargos no remunerados con la promesa de que si lo hacemos bien nos ofrecerán más encargos (esta vez pagando). Normalmente este tipo de empresas sólo se aprovecharán de nosotros, y aunque en ocasiones pueden existir oportunidades reales, hay que ser cauto.
Por otro lado, tal y como comentábamos en otro reportaje, hay que aprender a decir NO. No podemos aceptar todos los encargos del mundo, no podemos cumplir con plazos de entrega de locura, no podemos asumir más carga de trabajo de la humanamente razonable, etc.
No realizar un seguimiento de nuestros clientes
Un cliente satisfecho con nuestro trabajo es normalmente uno que volverá a trabajar con nosotros más adelante. Por eso, una estrategia válida para vender nuestros servicios (tal y como indicábamos anteriormente) es aprovechar la satisfacción de nuestros clientes para conseguir nuevos encargos de otras empresas. Para ello nada mejor que solicitarles que nos recomienden, llamarles de vez en cuando (incluso cuando no nos han encargado nada nuevo) y en definitiva estar siempre presentes.