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Miercoles, 24 Abril 2024

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Cinco puntos clave que debe contemplar todo plan de negocio

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A la hora de poner en marcha un negocio, una de las principales preocupaciones de los emprendedores es cómo financiar el proyecto. Pero una vez que se tiene el dinero, se suelen descuidar otra serie de cuestiones que son más importantes incluso que tener capital para hacer realidad una idea: ventajas competitivos de tu productos, cualidades de tu servicio respecto a la competencia, perspectivas de crecimiento del sector en el que vamos a operar, infraestructura necesaria para poder llevar a cabo una determinada actividad, etc.

Teniendo en cuenta que una empresa no es nada con una buena idea y sin capital para ponerla en marcha, ni con dinero para invertir pero sin ninguna acertada propuesta de negocio, hay una forma de disipar dudas y acercarse a la diana. Para ello, además de los apartados tradicionales que forman parte de todo proyecto empresarial deberían contemplarse cinco puntos clave que nos permitirán que nuestra hoja de ruta se acerque más a la realidad que nos encontraremos en el mercado.

¿Es adecuado el precio que cobraré por mis productos-servicios?

Hay que tener en cuenta dos puntos cuando vayamos a poner en valor (económico) aquello que se va a comercializar. Por un lado, hay que ver si el precio seleccionado está en consonancia con lo que «vendemos». Es decir, si las virtudes y cualidades con las que etiquetamos un bien que vamos a sacar al mercado se ajusta a la realidad. Debemos fijar el coste de este de acuerdo con un valor relativo, teniendo en cuenta qué vale su producción, qué se pide por lo mismo o algo similar en empresas de la competencia, etc.

El otro aspecto a tener en cuenta es la cuenta de resultados. Una sencilla operación matemática para saber si podremos sacar beneficios de esas ventas: cuánto cuesta producirlo o prestarlo y cuánto vamos a ingresar por ello. Hay que incluir aquí tanto los costes directos como los indirectos. Si el resultado es positivo, nuestra idea será rentable. ¡Adelante!

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¿Necesitaré –y en caso de ser así, podré- contratar personal?

Este aspecto es muy importante. Es decir, ¿podremos desarrollar todas las tareas de la empresa? En esto incide especialmente si se trata de prestar un producto o un servicio y a cuántas personas se quiere llegar.

Además, con el paso del tiempo, y la buena marcha de la empresa, seguramente se podrán hacer contrataciones para ampliar clientela. Este punto debería ir en el plan de negocio, para fijar en el mismo el salario con el que se remunerará a los empleados. Hay que tener en cuenta que esto va a incrementar la partida presupuestaria y es por ello que hay que tenerlo muy en cuenta.

¿Estamos poniendo en práctica lo planeado?

Después de meses, semanas, días y horas dedicados en cuerpo y alma a la elaboración de un plan de negocio, hay que ponerlo en marcha.

Aunque esto parezca obvio, en muchas ocasiones el emprendedor cae en el error de, una vez inicia la actividad, dejarse llevar por la corriente, por los nervios y las prisas… y dejar de lado el camino de baldosas amarillas que se había dibujado para llegar al reinado de Oz.

Por eso, cada cierto tiempo hay que plantearse cuestiones como «¿Estás consiguiendo tus metas? ¿Estás respetando los plazos marcados? ¿Estás destinando lo estipulado a marketing y promoción? ¿Cómo va el desarrollo de nuevos mercados?». Si detectamos que no estamos haciendo lo «pactado» en nuestra estrategia inicial, recapacita antes de seguir adelante. Rectificar es de sabios. ¡Mejor dar unos pasos hacia atrás que precipitarse al vacío!

¿Internacionalizar mi empresa… o simplemente mudarse de local?

Reducir costes, abrir nuevos mercados, testar innovadores productos. Estos son algunos de los objetivos que pueden llevar a un empresario a decidir llevar su empresa al exterior y abrir oficinas en el extranjero.

En otras ocasiones, se trata de una operación más modesta y todo queda en casa. Con planear un cambio de oficina o de establecimiento se pueden solventar problemas económicos o de clientela. Sin embargo, en estos casos hay que plantearse cuánto va a costarnos el traslado y qué conseguiremos a cambio.

La hora de crecer, ¿Cómo va a madurar mi negocio?

El plan de negocio debe contemplar el desarrollo de la empresa al menos a tres años vista. Es decir, cómo se va a poner en marcha y qué evolución tendrá a corto-medio plazo.

No solo es importante crecer, sino que hay que saber hacerlo bien para no morir de éxito. La vigilancia continua de todos los procesos es la clave primera para no caer. La segunda, el mercado, ver cómo respira el mercado. Así no hay fallo seguro.

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