Dime qué tipo de persona eres y te diré qué clase de emprendedor puedes llegar a ser. ¿Te gustan las emociones fuertes? A lo mejor puedes probar suerte en el mundo de las start-ups. ¿Tienes algo de dinero ahorrado y todo lo que quieres es una apuesta segura en la que invertir? Lo tuyo puede que sea el mundo de las franquicias. ¿Te gusta pensar a lo grande? A lo mejor ha llegado el momento de invertir o incluso adquirir otro negocio.
No seremos tan atrevidos como para afirmar que cada persona esconde un emprendedor o que hay tantos emprendedores diferentes como personalidades o formas de pensar distintas. Pero lo que sí puede haber, como nos cuenta Jan Hollins, es una categorización de clases de emprendedores en la que a grandes rasos, podemos encajar. Veamos la categorías principales.
Risky Business
Como se demuestra en«Risky Business» (1983), película interpretada por Tom Cruise y Rebecca de Mornay, el riesgo y las emociones fuertes, son una forma de vida.
Los emprendedores que entran en esta categoría son aquellos convencidos de que tienen una idea original y fantástica (que incluso puede cambiar el mundo) y están dispuestos a asumir grandes riesgos para llevarla a buen puerto.
Si triunfan ¡fantástico! pero si las cosas no salen bien, asumen su fracaso, aprenden de sus errores y lo vuelven a intentar.
Fábula de la liebre y la tortuga
Como en la fábula de Esopo (re-escrita posteriormente por La Fontaine), los emprendedores que entran en esta categoría están convencidos de que pasito a pasito y sin asumir riesgos, se puede llegar muy lejos.
Viven al día y no hacen proyecciones de futuro. Si finalmente crecen es únicamente por las circunstancias les empujan a ello, pero no porque desde el primer momento estén convencidos de que es la mejor estrategia a seguir.
Moderados
Los moderados nunca se mojan pero esto no quiere decir que les vaya mal. Es el clásico ejemplo del franquiciado. Es un negocio más o menos seguro (lo cual no quiere decir que no haya riesgos) y saben que si hacen bien las cosas pueden crecer dentro de su franquicia.
Asumen ciertos riesgos, pero de alguna forma sabiendo que tienen un tejado, una «mano amiga» que les puede aconsejar a la hora de desarrollar su negocio.
Do It Yourself
En España representa palmariamente la figura del autónomo. Un profesional que tiene que saber no sólo de su negocio, sino de todo lo que le rodea, desde contabilidad a marketing.
A nivel global son muchos los convencidos de que si Steve Jobs fundó Apple en un garaje, no hay ninguna razón que les impida hacer algo similar. Son celosos de su negocio, les cuesta delegar y están convencidos de que nadie les puede sustituir.
En la cuerda floja
Son emprendedores que tienen buenas ideas, pero no el capital suficiente como para respaldarlas. Empiezan siendo muy pequeños, esperando reinvertir todos los beneficios en el desarrollo del negocio.
Como todo en esta vida, a la mayoría de los emprendedores no se les puede asignar únicamente una etiqueta. De hecho, lo normal es que la mayoría tenga muchos de los rasgos presentes en varias de estas categorías y en otras que no hemos mencionado en ese artículo. Aún así, siempre resulta sano realizar un ejercicio de auto análisis e intentar determinar dónde encajamos mejor y comprobar si nos sentimos reflejados.