Para la mayoría de los trabajadores, las nueve de la mañana es una hora crítica. Aterrizan en su puesto de trabajo y comienza su jornada laboral. ¿Cómo encaran esa primera hora? La mayoría, de forma automática, se ponen a trabajar sin pensar, retomando el trabajo que han dejado en pausa durante la jornada anterior.
No es la mejor forma de hacerlo. Tal y como nos recuerdan en Inc.com, la primera hora de nuestra jornada laboral es probablemente la más importante; la que va a determinar qué hacemos y qué dejamos de hacer durante el resto del día. Así que…¿Cómo deberíamos encararla?
Visión de conjunto
¿Qué solemos hacer en cuanto llegamos a nuestro puesto de trabajo? Ponernos a trabajar en lo que creemos que tenemos que hacer.
Y lo hacemos de forma automática, sin espacio para una reflexión previa. Y sin embargo nada más llegar a nuestro puesto de trabajo es importante dedicar cinco minutos y examinar el conjunto, de modo que podamos priorizar, delegar y atacar nuestra jornada laboral de la mejor forma posible.
Gestión de tareas, proyectos y calendarios
Es cierto que cuando llegamos a nuestro puesto de trabajo, no nos gusta sentirnos superados por todas las tareas, proyectos, reuniones que tenemos por delante, pero es importante que dediquemos unos minutos precisamente a eso: a comprobar el estado de nuestros proyectos, ver si hay fechas límites que se aproximan y con las que tenemos que cumplir, etc.
Postponer el conflicto
Es inevitable tener que lidiar con personas difíciles, atacar un conflicto, resolver una discusión que quedó pendiente el día anterior, etc. ya sea con nuestro superior, ya sea con uno de nuestros compañeros.
Es fácil caer en la tentación de intentar resolver ese conflicto a primera hora de la mañana y sin embargo, tal vez lo mejor sea esperar unas horas. La primera hora es crucial para casi todos y a casi nadie le gusta embarcarse en una discusión nada más llegar a su puesto de trabajo.
Escribir
Escribir es fácil. Hacerlo de forma sencilla y efectiva, ordenar nuestras ideas y transmitir exactamente lo que queremos, no lo es tanto. Precisamente es la primera hora de la mañana, cuando nuestras «pilas» están cargadas y conservamos toda nuestra energía, cuando podemos concentrarnos al máximo para escribir ese e-mail o ese documento tan importante.
Puede que podamos hacerlo en otro momento del día, pero a medida que avanzan las horas descubriremos cómo hemos perdido buena parte de la energía y de la frescura que teníamos a primera hora.
¿e-mail? Sólo un vistazo
Una de las más famosas normas de la productividad asegura que hay que retrasar el comprobar nuestro e-mail al menos un par de horas. La teoría afirma que lo primero es ponernos a trabajar en nuestra tarea más importante para después, una vez finalizada, comprobar nuestro correo electrónico.
Y hasta aquí la teoría, porque en la práctica, pocos resisten la tentación de comprobar su bandeja de entrada nada más sentarse. ¿El truco? Simplemente echar un pequeño vistazo para descubrir que la inmensa mayoría de los mensajes pueden esperar para más tarde.
Evitar las distracciones
Centrarse en lo fundamental y evitar todos los elementos que nos puedan distraer. Concedernos el privilegio de no programar ninguna reunión, de no estar para nadie e incluso si es necesario, apagar el teléfono. La primera hora de la mañana es únicamente para nosotros y si podemos permitírnoslo, para nadie más.
Y esto vale tanto para lo que ocurre dentro de la oficina, como lo que sucede en la Red. Nada de redes sociales, ni de consultar las últimas noticias. Nads de ver el último gato de moda en Youtube. La primera hora del día es la más productiva… ¿La vas a desperdiciar?
Descansar
Finalizada esa primera tarea importante, una vez comprobado qué es lo que tenemos por delante, cuando hemos tomado las riendas de nuestra jornada laboral, concedernos el privilegio de descansar. Desconectar por completo durante cinco minutos, y recuperar fuerzas para encarar lo que queda del día .
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