Casi diez años después del inicio de la crisis y cuando la economía se encuentra ya en zona alcista, la herida de la deuda excesiva aún no ha terminado de cerrarse. Una de las grietas fundamentales del anterior periodo fue el excesivo endeudamiento de los hogares españoles en préstamos para compra de vivienda. Un problema que se ha ido corrigiendo por tres vías, la amortización de créditos, la cancelación anticipada de los mismos y el embargo por impago y el cierre del crédito por la vía judicial. En los últimos nueve años, las familias españolas han reducido su deuda hipotecaria en más de 206.000 millones de euros.
Los últimos datos oficiales indican que esa reducción sigue produciéndose en el noveno año desde el estallido de la crisis, que tuvo lugar en 2008. En este ejercicio se lleva computada una disminución de créditos por importe de 9.649 millones de euros. Una mínima parte de la deuda de las familias tiene como origen los préstamos al consumo.
Casi un decenio después del estallido de la burbuja inmobiliaria, la deuda de los hogares se ha reducido en casi el 23% respecto a sus niveles del año 2008. Los mayores retrocesos de este endeudamiento se han registrado en 2011, con 27.186 millones; 2012, con 37.138 millones; 2013, con 46.429 millones y 2014, con 38.633 millones.
Lejos quedan los tiempos en que bancos y cajas abrían oficina al pie de cada promoción inmobiliaria y eran secundados de inmediato por entidades de la competencia en una salvaje carrera sin sentido e llevó a la ruina a incautos y supuso el fin de las cajas de ahorros. Los tiempos en que se elevó la capacidad de pago desde el 35% hasta el 60% de la renta disponible del cliente. Los tiempos en que se elevó el montante del préstamo desde el 80% al 100% del valor de la vivienda, lo que permitía comprar también un coche y cancelar las deudas de la tarjeta de crédito.
