Muchos saben que en el mundo de Internet se denomina popularmente como troll a aquella persona que sólo busca provocar intencionadamente a los usuarios de una comunidad on-line, una red social, un blog, etc.
Lo que quizás no todos saben es que en el mundo empresarial también existen trolls, empresas que deliberadamente se aprovechan del esfuerzo sincero de otras empresas. Son también personas cuyo único objetivo es beneficiarse de forma poco ética aprovechándose de la iniciativa emprendedora de los demás.
No es fácil lidiar con un troll. No es fácil en el mundo on-line y aún es más complicado cuando el troll no es únicamente una persona (que también es posible) sino una empresa u organización que de forma indiscriminada sabotea de alguna forma (interna o externamente) los esfuerzos de otras empresas o los de sus propios trabajadores .
El objetivo de este artículo por tanto, no es enseñaros a cómo combatir un troll empresarial (a veces sencillamente no es posible) sino mostraros cuáles son sus prácticas más habituales, de forma que podamos identificarlos. En el mundo corporativo distinguimos por lo tanto cinco tipos de troll.
1. El troll de las patentes
Son empresas cuya única actividad económica consiste en la compra-venta de patentes antiguas, y en muchos casos, inservibles. Al acumular miles de patentes que han caído en desuso (y que por lo tanto han comprado por poco dinero) invierten buena parte de su tiempo en demandar a otras empresas que pueden llegar a hacer uso de esas mismas patentes, o en negociar con ellas en busca de un acuerdo «amistoso».
Un ejemplo clásico (si bien no se ajusta exactamente al mundo de las patentes) lo encontramos en las empresas que se dedican al registro de dominios. Compran miles de dominios disponibles cada día y los revenden «al mejor postor».
2. El troll de las ideas
El conocido como «troll de las ideas» en un tipo de infraser que habita normalmente en el interior de las organizaciones. Su «modus operandi» es destruir sistemáticamente cualquier buena idea que se le plantea o acaba sobre su mesa. Para ellos, la calidad de la idea, o el esfuerzo que se haya invertido en el desarrollo de un producto/servicio/proyecto es irrelevante.
El troll de las ideas encuentra un «placer perverso» al rechazar cualquier propuesta de mejora, innovación o cambio en la organización. Suelen ser personas mediocres, que no soportan que otros puedan destacar. Si no se actúa de forma conveniente contra esta clase de «criaturas» pueden llevar al desastre a cualquier empresa.
3. El troll político
Cada vez más las pymes se han convertido en un arma arrojadiza para los partidos políticos. Todos afirman que son los que más ayudan a las pymes, y la vez acusan a sus adversarios de perjudicar a las pymes y obligarlas al cierre.
Por otro lado, muchos de ellos quieren ganarse la simpatía de cierta organizaciones empresariales, asociaciones, cámaras de comercio, apoyando a las empresas que están en «su cuerda», y directa o indirectamente perjudicando a las empresas que no «comulgan» con sus ideas.
El troll político es uno de los más peligrosos ya que según el estado de ánimo de esta sub-especie, una subvención puede (o no) ser concedida, un préstamo puede (o no) ser aprobado, etc. En este sentido, cuando hablamos del troll político queremos aclarar que no sólo se encuentra en los partidos políticos. El troll político «campa a sus anchas» en el mundo de la banca, los sindicatos, las organizaciones empresariales, etc. Y no os confundáis, a este tipo de troll, le encanta serlo.
4. El troll 2.0
En muchos aspectos comparte características con el troll on-line, el que suele inundar los foros y los blogs con sus provocaciones. Sin embargo, el troll 2.0 es bastante más inteligente. Su estrategia es la siguiente. Durante un tiempo aparenta sentir cierto interés por nuestra empresa. Comienza a comentar con asiduidad las entradas de nuestro blog corporativo, nos sigue en Twitter e incluso se ha hecho fan de nuestra página en Facebook.
Pasado un tiempo de interacción «amistosa», esta criatura del submundo pasa al ataque: nos propone sus productos o servicios. Hasta aquí todo parece normal ya que entra dentro de la lógica comercial.
Sin embargo, una vez que son rechazado educadamente comienzan lenta, pero inexorablemente, una campaña de difamación de nuestra empresa en todos los medios on-line que están a su alcance. En casos extremos, pueden llegar al chantaje.
5. El troll de las ferias
El troll de las ferias es quizás uno de los más pesados, pero puede que también uno de los más inofensivos. Como no quieren pagar un stand para exhibir sus productos, deciden convertirse en «stands itinerantes». Recorren toda la feria abordando de forma indiscriminada todos los stands que se abren a su paso. Los inundan de publicidad, y «atrapan» son su labia infinita a las pobres personas que se encuentran al otro lado de la mesa.