Durante los últimos tres años, Katia ha experimentado un crecimiento de más del 20% derivado de su e-commerce, que ha aumentado en un 130%, estimando que sus niveles de facturación rozarán los 50 millones de euros en 2030. Todo ello impulsa a que las tiendas locales que son clientes de la multinacional textil hayan conseguido captar nuevos usuarios.
De hecho, el 47% de éstas ha percibido un incremento en sus ventas, recurriendo el 54% de las empresas al comercio electrónico para orientar su oferta y el 52% con el objetivo de introducir nuevos productos en el mercado.
Tras la pandemia se ha puesto en valor la importancia del e-commerce, especialmente entre las nuevas generaciones, de tal modo que los comercio locales convencionales han visto en éste una oportunidad para reinventarse y sobrepasar la situación actual de recesión económica.
Katia cuenta actualmente con una red de 3.600 tiendas físicas en Europa que comercializan sus productos y que son vendidos mediante su portal Katia.com. Presente en más de 50 países, cuenta con comercios físicos distribuidores de todo tipo, beneficiando a un sector tan importante en España como son las pymes, que representan el 99,88% del tejido empresarial según datos del INE.
Solo en 2022, el 56% de los pedidos online de Katia fueron enviados a tiendas físicas locales, siendo el 61% de las compras realizadas a través de Internet enviadas desde tiendas de Francia, Italia, Alemania, Países Bajos, Bélgica, Portugal y España.
De hecho, hay empresas como la española Lanas Mariscal que aseguran que este método permite acercar sus productos a gente que por falta de tiempo o distancia no puede acudir a la tienda física. Por su parte, la mercería francesa Sabine considera que Katia impulsa un sistema de ventas organizado, lo que garantiza el mantenimiento del negocio independientemente de la situación del mercado.
La línea estratégica de Katia
La grave crisis económica global que afecta al sector textil, que ha descendido sus índices de productividad en un 30% y de ventas en un 25%, ha llevado a Katia a reinventarse en colaboración con el comercio de proximidad. Desde la llegada de Thomas Marín como director ejecutivo a principios de año, se ha reforzado su posicionamiento en EEUU, consolidándose además en otros mercados más complejos como Reino Unido y Alemania.
Así pues, los planes de internacionalización de la compañía constituyen una estrategia fundamental en su línea de negocio dentro del sector de las manualidades textiles. En esta línea, Sonia Castelló, consejera delegada de Katia, sostiene que es fundamental integrar el comercio de proximidad en el e-commerce para ofrecer una oportunidad única a las tiendas y consumidores. Asegura que es un beneficio para los comercios tradicionales, ya que pueden vender online sin preocuparse ni de la gestión ni del mantenimiento web.
De igual modo, se incentiva la concienciación de la sociedad sobre la importancia del comercio local y su vinculación con el e-commerce, de tal modo que casi el 97% de los usuarios recomienda el uso de Katia como plataforma electrónica de colaboración con tiendas físicas.
La crisis económica global afecta a todos los sectores, sin dejar tampoco indiferente al textil. Las manualidades textiles son consideradas un hobby popularizado entre la comunidad crafter que impulsa tanto el bienestar físico como mental. Quizás ésta ha sido la clave por la que Katia ha conseguido un crecimiento del 130% en comercio electrónico; 25% en España y 40% fuera de la UE.
La sostenibilidad en el punto de mira
Sus ventas se han incrementado en más del 20% y todo ello es gracias también a su apuesta firme por la reducción de la huella de carbono como parte de su plan de sostenibilidad. Su objetivo no es otro que sus tiendas físicas realizan ventas y eviten el transporte masivo de materiales textiles, con un impacto medioambiental altamente positivo.
La empresa textil barcelonesa impulsó, como una de sus últimas acciones en este sentido, una colección en la que predominan los hilos reciclados de bajo impacto ekos (50% de algodón reciclado, 47% de poliéster reciclado y 3% de otras fibras. Elaborados con algodón reciclado, no precisan de agua para su producción ni utilizan tintes o productos químicos que pudiesen resultar altamente perjudiciales y tóxicos para la salubridad.