Empezar desde cero con una idea disruptiva. Capacidad de hacer las cosas diferente. Un líder carismático. Seguir siendo rápidas y flexibles y no caer en una parálisis burocrática. Son algunos de los rasgos con lo que podría definirse una startup de éxito. Pero curiosamente y tal y como apuntan en Bloomberg, son también estos los rasgos que definen a algunos países. Naciones startup que llevan algunos años mostrando al mundo que hay otra forma de hacer las cosas.
El primer startup que se estudia en cualquier escuela de negocios es por supuesto Israel. Cuando nos aproximamos a los 70 años de su fundación como estado moderno, en Israel nos encontramos una nación que ha evolucionado rápidamente de una economía basada en la agricultura y el Kibutz, a otra muy diferente en la que se premia la inversión en nuevas tecnologías y se participa de forma pública en empresas disruptivas capaces de hacer sombra en el soleado Silicon Valley.
Porque si Estados Unidos tiene su Silicon Valley, en Israel el principal foco de innovación de encuentra en Silicon Wadi, una zona que se encuadra en lo que se conoce como el gran Tel Aviv y que se extiende a ciudades cercanas como Cesarea o Haifa.
En Silicon Wadi se encuentran centros de innovación de las principales empresas tecnológicas del mundo. Aquí nos encontramos con centros de I+D de Intel, IBM, Cisco Systems, SAP, Philips, Hewlett-Packard, Microsoft, Motorola o CA y son muy pocas las grandes empresas tecnológicas que renuncien a apostar por nuevas tecnologías que se están desarrollando en Israel.
Silicon Wadi no es únicamente el padre de un “dinosaurio” como el programa de mensajería instantánea ICQ o el lenguaje PHP tal y como lo conocemos hoy en día, sino que también han nacido algunas de las startups más interesantes como la app de información sobre transporte público Moovit, el conocido launcher para AndroidEverything.me , el recomendador de enlaces y noticias Outbrain, la desarrolladora de semiconductores Altair o la conocidísima plataforma para desarrollar apps Conduit.
Tel-Aviv, Israel
Estonia, Taiwan, Singapur o Corea del Sur también son países startup
¿Qué tienen en común esos países que podemos definir como naciones startup? Además de su juventud, la mayoría de los que entrarían en esta categoría son países a los que las circunstancias geopolíticas del siglo XX les han obligado a auto-inventarse para definir una identidad propia.
Pongamos el caso de Estonia. De no haberse producido el colapso de la Unión Soviética, Estonia seguiría siendo probablemente una aburrida república báltica, rusificada y fuertemente militarizada. Tuvo que caer el muro de Berlín para que los estonios comenzaran a darse cuenta de su potencial como país al que atraer inversión extranjera, capaz de convertir a Tallin en uno de los grandes hubs de emprendimiento de Europa.
Una visión que se consolidó el 1 de diciembre del 2014, cuando se convirtió en el primer país del mundo en ofrecer la residencia virtual. Por 50 euros, el Estado asegura así a los ciudadanos la posibilidad de realizar cualquier trámite vía online, sea bancario, gubernamental, para pedir autorización para un evento público o permisos sanitarios. Incluso la firma digital tiene el mismo valor que la manuscrita.
¿Y Singapur? En la azarosa historia de la isla en el siglo XX, la excolonia británica ha pasado desde estar dominada por el imperio japonés, a ser regalada a Malasia en 1959 a obtener su independencia definitiva en 1965 de forma casi obligada. De no haber sido así probablemente Singapur no habría tenido la obligación de reinventarse y no sería ahora mismo el país que cuenta con el puerto marítimo que maneja mayor volumen de carga anual, tanto en tonelaje como en número de contenedores del mundo.
Historias similares podemos contar de Corea del Sur, obligada a desarrollar una identidad propia que fuese más allá del permanente conflicto con sus vecinos del norte, o Taiwan ex-colonia que difícilmente habría conseguido sobrevivir a la «expansión natural» de China si no fuera porque tras su pasado colonial fue capaz de ofrecer las condiciones necesarias para dar origen a empresas tecnológicas como HTC, ACER, ASUS, MSI, o GIGABYTE.
Lagos, Nigeria
En busca de la próxima nación startup
¿Qué país reúne las condiciones de ser el próximo país startup? Si se cumplen las predicciones y se superan conflictos que parecen enquistados en el continente de forma endémica, no sería de extrañar que sea en África donde veamos la próxima revolución tecnológica.
Aunque no lo parezca, África también es un continente de startups. O almenos está empezando a serlo. Y si un país destaca en este mundo no es otro que Nigeria. El nombre del país siempre ha estado asociado al petróleo y la desigualdad. Sin embargo junto a Kenya, en los últimos años vive un boom de cultura emprendedora y creación de startups.
Tanto es así que fondos de inversión y aceleración de empresas como 500 Startups han empezado a poner su mirada en esta parte del continente africano. Nigeria además ha sido incluida por el prestigioso economista Jim O’Neill (responsable de acuñar el término BRIC), dentro de un nuevo grupo de países, los MINT (México, Indonesia, Nigeria y Turquía) de los que se espera que se conviertan a medio plazo en los nuevos gigantes económicos.
Si nos dirigimos a los países del África subsahariana, llama la atención el ejemplo de Botsuana. De ser uno de los países más pobres del mundo en el momento de su independencia del Reino Unido (1966), el país que vive desde hace décadas una tranquila república parlamentaria, se ha convertido en uno de los países que más crece del mundo, con una tasa anual de crecimiento 9% y una renta per capita de casi 15.000 dólares, todo un lujo si lo comparamos con otros países de la zona. ¿Serán los próximos países startup? Si no lo estropea un conflicto armado el terrorismo, tienen casi todo lo necesario para conseguirlo.
