A todos nos gusta quejarnos de nuestros jefes, pero a la hora de la verdad, pocas son las personas que están dispuestas a tomar el mando. Así lo asegura una reciente encuesta de Randstat, que afirma que sólo a un 14% de los empleados le gustaría ser jefe.
La mitad de los encuestados (52,8%) no tiene en mente la idea de promocionar, lo que pone de manifiesto, según el estudio, la visión que se tiene sobre los directivos de una empresa y las dificultades que han tenido para hacer frente a la crisis económica.
La estabilidad de un puesto de trabajo y unas funciones sencillas, en oposición a las situaciones de estrés y preocupaciones que se derivan de un alto cargo, son los motivos por los cuales los encuestados prefieren mantener su actual empleo.
Otro aspecto que incide en la respuesta es la propia visión que cada empleado tiene de si mismo, y es que aunque la mayoría (66,4%) confía en su faceta persuasiva, reconocen no tener la capacidad de llegar a ser un buen ejecutivo.