El Gobierno calcula que la reforma laboral reducirá la tasa de paro estructural en dos o tres puntos porcentuales en un horizonte de largo plazo y confía en que sea la reactivación de la economía la que permita en su mayor parte que ésta converja a nivel de los países europeos.
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Además, el proyecto de Ley advierte de que estos impactos se producirán a largo plazo y tendrán carácter estructural, pues requerirá de un cierto «periodo de aprendizaje» por parte de los agentes económicos.
La simulación basa las previsiones en que las medidas incluidas en la reforma laboral tendrán un efecto directo en el mercado de trabajo, y, como consecuencia, en la actividad, pero además tendrán efectos inducidos. En este sentido, el Gobierno asegura, por ejemplo, que cabe esperar que si se reduce la temporalidad y aumenta la estabilidad en el empleo, aumentará el consumo y la productividad agregada.
Así, el impacto previsto sobre el PIB potencial y el empleo implica, a juicio del Ejecutivo, que «la productividad del trabajo aumentará en buena medida y, con ellas, los salarios que perciben los trabajadores».
Además, el Gobierno apunta que la reforma va a permitir que «el mecanismo de ajuste del mercado laboral a lo largo del ciclo económico sea más eficaz y menos costoso socialmente, ya que los salarios responderán en mayor medida cuando el nivel de actividad cambie temporalmente, con lo que el empleo ganará en estabilidad».