¡Eureka! Es el grito de exclamación que pronunció Arquímedes tras descubrir el principio de densidad de los cuerpos. Como arquímedes muchos nos hemos encontrado en situaciones cotidianas en las que de repente hemos tenido una idea que creemos que puede funcionar, que pensamos que no se le ha ocurrido a nadie y que puede «cambiar el mundo». Pero a diferencia del matemático griego, pronto la desechamos, dejamos de darle vueltas porque al fin y al cabo es un «sueño» algo que no nos vemos en grado de alcanzar. Pero ¿Por qué no? En Under30CEO nos cuentan los cinco pasos que nos llevan de la idea a nuestra propia start-up.
A por ello
Las cosas no se hacen solas. De nada nos sirve hablar de lo estupendo que podría ser poner en marcha nuestra idea si… o hablar de ello en público e imaginar cómo cambiaría nuestra vida si nos atreviésemos a dar el salto si realmente no vamos a hacerlo.
La procrastinación, el dejarnos llevar por la rutina y la inercia…son dos de los primeros obstáculos que vamos a tener que superar. No nos engañemos. Nuestra idea sólo vale el papel en el que la hemos apuntado. Hasta que no nos lo tomemos en serio, nos convenzamos de que podemos llevarla a cabo y demos los primeros pasos, no vamos a conseguir nada. La gran montaña que se presenta ante nosotros cuando empecemos a concebir el proyecto, será cada día más pequeña si damos pequeños pasos, firmes y constantes.
Construye un producto que sea viable
En la mente del emprendedor novato existe la idea del que producto o el servicio que vea finalmente la luz, sea perfecto. Sin embargo el problema de este planteamiento es que no tenemos que construir un producto pensando en cómo nos gustaría que fuese (que también) sino sobre todo, teniendo en cuenta lo que les puede gustar a nuestros clientes. La clave no es por lo tanto invertir una gran cantidad de tiempo y recursos hasta que posicionemos un primer producto en el mercado, sino comenzar a conocer la respuesta, el feedback de nuestros posibles clientes desde el primer momento, de modo que podamos ir mejorando nuestra oferta sobre la marcha.
Lo interesante es conseguir en un primer momento un producto viable, que resuelva las necesidades de nuestros clientes, pero que nos permita aprender de sus sugerencias de lo que nos pueden aportar. Es por este motivo por el que muchas start-ups cuando presenta una nueva aplicación o servicio tecnológico, comienzan con una beta privada, para pasar después a una beta pública y finalmente a realizar un lanzamiento general de su producto.
Financia tu idea
Una vez que tenemos un feedback más o menos positivo de ese pequeño grupo de clientes con los que hemos empezado a probar nuestra idea, llega el momento de pasar a la acción y es aquí donde necesitaremos todo el dinero que sea necesario para financiar y poner en marcha nuestro proyecto.
Pero antes de ir a presentar nuestro proyecto a business angels, a bancos, a inversores, etc. deberíamos preguntarnos por qué y para qué necesitamos el dinero. ¿Existe algo de que lo vamos a pedir que no sea esencial para empezar? Es importante tenerlo en cuenta porque vamos a agradecerlo en el futuro. No suele ser una buena idea lo de «empezar a lo grande», tal y como lo demuestran muchos proyectos fallidos que acudían alegremente a rondas de inversión para pedir más de un millón de euros.
Recuerda que lo más importante es que tus productos lleguen a los clientes, no obtener de repente una gran suma de capital para financiarnos a largo plazo.
Un equipo de trabajo
Las empresas no hacen grandes productos, las personas que trabajan en ellas sí. Como afirma un viejo axioma empresarial, tan importante es nuestra idea como el equipo del que nos rodeamos para llevarla a cabo. Y hay dos formas de rodearnos de los mejores: o contratarlos o externalizar la mayor parte del trabajo.
Si vamos a contratarlos tendremos que buscar personas apasionadas, que crean en nuestro proyecto, que sean versátiles y capaces de trabajar más allá de su área estricta de responsabilidad.
En caso de que no tengamos los recursos para dar este salto, buena parte de las tareas que debemos llevar a cabo las podemos externalizar, especialmente si lo que queremos es una startup de base tecnológica.
Marketing
¿Cómo llevamos nuestro producto al mercado? ¿Cómo nos aseguramos de ser vistos, seguidos, escuchados? Tenemos que tener un plan de marketing incluso antes de haber terminado de desarrollar nuestro producto. Este no es el último paso del proceso, sino que crece y se modifica constantemente a medida que nuestra idea, nuestro proyecto, evoluciona.
Marketing tradicional por supuesto, sin dejar escapar el marketing on-line, las redes sociales, el poder de los blogs, el networking, el crear eventos y webinars, etc. todo lo que sea necesario para estar en boca de una comunidad.