Relajarse en el trabajo. Este es el objetivo de miles de empleados que a medida que transcurre su jornada laboral comprueban cómo sus niveles de estrés y nervios crecen paulatinamente sin que puedan hacer nada por evitarlo.
¿Cómo conseguirlo? En teoría en entorno empresarial no parece el más apropiado para «estirar los músculos». No obstante, para relajarnos no debemos hacer grandes alardes físicos y unos pequeños (y discretos) ejercicios nos pueden ayudar. Os mostramos tres de los más útiles.
1. Respirar profundamente
Aunque parezca mentira, respirar profundamente produce enormes beneficios. Es una técnica muy sencilla, pero que actúa directamente sobre nuestros niveles de nervios y estrés.
Ejecutar correctamente esta técnica está al alcance de todo del mundo. Lo único que tenemos que hacer en sentarnos en una posición cómoda y erguida y tomar diez respiraciones profundas, observando mentalmente cómo el oxígeno entra y sale de nuestros pulmones a intervalos regulares, lentos y pausados.
Si descubrimos que estamos respirando de forma agitada (o incluso hiperventilando) debemos volver a empezar, hasta que consigamos calmar nuestra respiración por completo.
2. Relajación muscular progresiva
La relajación muscular progresiva puede utilizarse junto a la respiración profunda que hemos visto en el punto anterior y es especialmente útil cuando nuestros músculos están en tensión.
Lo primero que tenemos que hacer es identificar un grupo de músculos que están en tensión (normalmente la espalda, el cuello, las piernas…) preparándonos para trabajar exclusivamente con ese grupo. A continuación, tensaremos (aún más) esos músculos con todas nuestras fuerzas, para justo después, volver a relajarlos.
Al tensar los músculos al máximo, nos daremos cuenta que la relajación posterior que experimentamos es mucho más profunda que la experimentaríamos si simplemente nos concentrásemos en relajarnos.
Dominar esa técnica también es relativamente sencillo, pero si nunca la hemos utilizado conviene que empecemos con grupos de músculos «sencillos» como por ejemplo los de la mano. Cuando nos sintamos cómodos podemos ir pasando a otros grupos más complejos, o incluso a otros que en principio no sabemos muy bien cómo tensar.
3. La respuesta a la relajación
La respuesta a la relajación o «The Relaxation Response» es el título de un libro escrito en 1968 por el Doctor Herbert Benson de la Universidad de Harvard. A través de sus experimentos en varios «pacientes» Benson descubrió que emplear varias técnicas de meditación tenía un efecto muy positivo a la hora de reducir los niveles de estrés, controlar el miedo a volar y, en general, encontrarnos mejor con nosotros mismos.
Aunque es evidente que no podemos ponernos a meditar en nuestro trabajo (más bien por cuestión de tiempo) hay un pequeño ejercicio que sí podemos llevar a cabo y que produce un efecto beneficioso de forma inmediata. Lo único que tenemos que hacer, es lo siguiente.
1. Sentarnos en una posición cómoda (incluso sin abandonar nuestro puesto de trabajo).
2. Cerrar los ojos.
3. Comenzar a relajar los músculos (cómo hemos visto en el punto anterior) comenzando por nuestros pies, subiendo progresivamente.
4. Concentrar nuestra atención en nuestra respiración.
5. Respirar profundamente, contando nuestras respiraciones (inspiración-exhalación) evitando cualquier distracción de nuestro entorno.
6. Finalizar el ejercicio después de cinco minutos.