El carpooling o lo que es lo mismo, el que varios compañeros de trabajo compartan coche, ha pasado en poco tiempo de ser un fenómeno anecdótico a convertirse en una tendencia generalizada.
De hecho, tal y como se refleja en el «Barómetro del vehículo de empresa» promovido por Arval (compañía de renting del Grupo BNP Paribas), son las propias empresas las que están empujando a los empleados a que compartan coche y como resultado, el carpooling se ha multiplicado por ocho en el último año.
El estudio (realizado entre más de 4.800 gestores de pymes y grandes empresas para determinar las tendencias actuales y futuras del vehículo corporativo) muestra cómo a las compañías no han tenido otra alternativa que reestructurar su flota para recortar la inversión y el gasto en combustible, el cual supone más del 30% del presupuesto destinado a este apartado.
De esta forma, las empresas están optando por dosificar el uso de sus coches de acuerdo a las necesidades reales de sus empleados, siendo el carpooling la fórmula más habitual.
Así, a través de un sencillo plan de reservas en el que los vehículos son utilizados bajo demanda previa, las empresas consiguen no sólo un ahorro directo por disminución de su flota, sino también por optimización de trayectos para reuniones y actividades comerciales.
Otra ventaja de esta fórmula es la menor carga psicológica negativa para el empleado, ya que la modernidad de la medida, la ruptura con la rutina habitual y el ahorro medioambiental (reducción de emisiones y consumo de carburante, principalmente) hacen de ella una alternativa de ajuste menos impopular.