El debate sobre los sueldos en nuestro país vuelve a estar sobre la mesa. Hace unos días, el propio Banco de España insinuó que ha llegado el momento de dejar atrás los recortes salariales y empezar a subir las retribuciones a los trabajadores.
Esta recomendación, sin duda, coloca al mundo empresarial en una encrucijada. La principal razón es que las empresas se gastan más dinero en sus trabajadores que lo que dictan sus nóminas. Y es que, como nos recuerda el portal especializado basepyme.es, todo salario se divide en dos partes: el bruto (antes de impuestos) y las cotizaciones que deben abonarse a la Seguridad Social (que suele representar alrededor del 30% del salario de un empleado).
Estas consideraciones se aplican en toda Europa, aunque realmente no se paga lo mismo en todos los países. Como detalla el informe que ha consultado el portal, hay grandes diferencias entre ellos.
¿La prueba? De media, el empleador europeo abona hasta 73 céntimos en conceptos de Seguridad Social y retenciones impositivas por cada euro neto que cobra el trabajador. Una cifra que se reduce a 68 céntimos en el caso de España y que se eleva a casi el doble en el de Bélgica (donde la proporción es de 1,34 euros).
En otros estados como Alemania y Francia, las dos economías más potentes de la eurozona, el coste laboral añadido también supera la estadística española (rebasa el euro). Lo mismo que sucede en Rumanía, Letonia, Países Bajos, Suecia, Eslovaquia, Lituania y Grecia, donde el empleador paga, al menos, 70 céntimos por euro desembolsado en salarios.
En el otro extremo, en cambio, encontramos a países como Dinamarca (61 céntimos), Portugal (60), Luxemburgo (58), Reino Unido (47), Irlanda (34) y Chipre, que es el estado más barato para el empleador: solo paga 18 céntimos por cada euro que cobra el trabajador.