Tal y como destaca el FMI en su examen anual a España (2015), donde analiza los obstáculos al crecimiento empresarial en nuestro país, España ostenta el récord en barreras al emprendimiento. Las personas que quieren poner en marcha una compañía se topan con infinitas dificultades en el camino. Basta con echar un vistazo a este gráfico que el FMI ha elaborado con datos de la OCDE para ver cómo España supera a todos los países de su entorno en este aspecto, seguida de Islandia, Irlanda, Grecia, República Checa y Eslovenia.
No son los únicos indicadores que dibujan un panorama poco alentador para las compañías. El FMI destaca las barreras para entrar al mercado del sector servicios y la existencia de “sistemas de licencias y permisos muy engorrosos que siguen siendo un obstáculo al crecimiento de las empresas”. También ahí España está en el top 5.
Por su parte, las barreras administrativas a las que se enfrentan los autónomos dejan a España en el cuarto lugar, sólo por detrás de Portugal, Grecia y Hungría. Es otro de los motivos por los que el Fondo Monetario Internacional pide ajustes, dado su “importante papel” en la productividad y el crecimiento empresarial.
El Fondo Monetario Internacional no se cansa de repetirlo: hay demasiadas empresas minúsculas y poco productivas en España. Las compañías micro (de uno a nueve empleados) y pequeñas (de 10 a 49 trabajadores) dan de comer a dos tercios de los trabajadores y generan la mitad del valor añadido de la economía, “pero su productividad es típicamente inferior comparada con empresas más grandes”. Hasta un 20% menos.
Tampoco se olvida de que el acceso a la financiación sigue restringido para buena parte de las pymes, pues la crisis financiera ha provocado que los bancos endurezcan sus condiciones a la hora de conceder créditos. El FMI destaca por otro lado las diferencias de productividad por regiones, algo que tiene que ver con los distintos tipos de regulación existentes.