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Viernes, 26 Abril 2024

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«Friends, family and fools»: el primer recurso del emprendedor que busca financiación

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A la hora de emprender un negocio, la financiación suele ser uno de los principales “quebraderos de cabeza” a los que hacer frente. ¿Cuánto dinero hace falta? y, sobre todo, ¿dónde conseguirlo? suelen ser las principales preguntas que le surgen al emprendedor.

Las fuentes de financiación a las que recurrir para conseguir liquidez o préstamos para empresas son muchas y cada vez más variadas, gracias a la incursión en el circuito del crédito de nuevos actores como las plataformas de P2P Lending o el equity crowdfunding. No podemos olvidar tampoco a los bancos, el principal agente del circuito crediticio oficial. Pero hay otro recurso, el más accesible de todos, que en inglés se ha bautizado como las “tres efes”.

Amigos, familia y tontos

Las “tres efes”, más conocidas como Friends, Family and Fools, es un término anglosajón que designa la fuente más cercana y accesible a la hora de buscar financiación para emprender un negocio. Amigos, familia y tontos o “locos”. Se trata del primer recurso al que la mayoría de los emprendedores acuden cuando piensan lanzar un negocio y un paso lógico al iniciar la búsqueda de financiación, ya que se trata del entorno más cercano, señalan desde el comparador HelpMyCash.com.

Las dos primeras efes del trío no generan muchas dudas, hacen referencia a los amigos y a la familia del fundador o los fundadores. La última efe, la de los tontos o locos, se refiere a aquellos inversores que sin ser expertos apuestan por el proyecto. Mientras que los amigos y la familia comparten una vinculación emocional y afectiva con el prestatario, los tontos no tienen ni siquiera que conocer previamente al emprendedor, pueden ser simplemente personas que por alguna razón han coincidido con el fundador de la empresa y que han decidido apostar por el proyecto.

Ventajas de los ‘Friends, family and fools’

Los amigos y la familia, al ser el entorno más cercano del emprendedor y tener una relación emocional con él, suelen ser más fáciles de convencer de la idoneidad del proyecto que los prestamistas privados. Además, al haber una vinculación afectiva, hacerles ver lo necesario de su participación en el proyecto aportando capital será mucho más fácil.

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Respecto a los inversores inexpertos, los “locos”, al no ser inversores profesionales, exigirán menos contrapartidas a la hora de invertir en el negocio y los contratos serán más laxos.

Y sus inconvenientes

Para empezar, al no ser empresas privadas especializadas en conceder financiación, el capital que podrán aportar no será muy elevado. Si la inversión necesaria para emprender no es muy alta, amigos y familiares pueden ser una alternativa adecuada, pero si se necesita un capital abultado, es probable que éstos solo puedan aportar una parte. En ese caso, amigos y familiares pueden actuar no tanto como fuente de financiación sino como garantía para que la empresa privada conceda un préstamo, siempre conociendo y analizando los riesgos que supone avalar una operación de este calibre.

En segundo lugar y no menos importante, implicar a amigos y familiares en un negocio que está en vías de desarrollo y que no se sabe cómo marchará es probable que genere presiones personales e, incluso, ciertos enfrentamientos. Aceptar una ayuda de este tipo supone una gran presión porque la otra parte no es una persona desconocida, sino alguien de nuestro entorno y fallarle no implica únicamente problemas legales y deudas, sino enfrentamientos personales.

Además, hay que tener en cuenta que si alguien decide aportar dinero, también puede querer formar parte del negocio. Al principio puede parecer una idea atractiva, pero cabe la posibilidad de que en el futuro, cuando el negocio funcione, sea difícil “deshacerse” de él y suponga un inconveniente en el buen desarrollo de las actividades de la empresa.

Por último y más en relación con la última de las “tres efes”, los tontos, su falta de profesionalidad y de experiencia en el sector de la inversión no nos traerán los beneficios que sí podrían aportarnos un grupo de inversores experimentados, como puedan ser recomendaciones, contactos, futuras aportaciones de capital y experiencia.

En definitiva, amigos, familiares y tontos son un recurso a tener en cuenta, pero antes de lanzarse hay que analizar los pros y los contras de recurrir al entorno más cercano y a esos “locos” que apuestan por un negocio sin experiencia previa.

Imagen: Shutterstock

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