Muchas veces la estrategia de marketing en una pyme fracasa no tanto por lo que hace sino, precisamente, por lo que deja de hacer. En este sentido no son pocas las que incumplen el «primero de los mandamientos»: disponer de un plan de marketing propio, claro y bien estructurado.
Además de éste, en el siguiente artículo recogemos otros 8 errores comunes que se presenta en las pymes que se «lanzan» al mundo del marketing sin un estudio previo o sin conocer realmente cómo son sus clientes.
1. Marketing sin marketing
El primero de los errores en que suelen caer muchas pymes en empezar una acción/estrategia de marketing sin disponer para ello de un plan previo. Y con plan previo nos referimos a un plan de marketing propiamente dicho, perfectamente estructurado y con unos objetivos bien definidos.
A veces puede resultar muy tentador embarcarnos en una acción de marketing, porque «total nuestra competencia lo hace». Sin embargo es importante disponer de un plan previo, tanto en términos de costes/inversión como en evaluación posterior de los resultados obtenidos.
2. Inconsistencia
Una de las consecuencias del punto anterior es que la pyme puede verse envuelta es una «espiral difusa» por la que constantemente promueve campañas o acciones de marketing para frenarlas en seco al poco tiempo.
Como no hay plan previo, tampoco dispone de un «método científico» de medición y se embarca en aventuras casuales que en la mayoría de las ocasiones no ofrece buenos resultados. Incluso si la idea es buena, falta constancia, y al no inscribirse en una estrategia determinada, acaba siendo abandonada cuando se producen los primeros contratiempos.
3. La importancia de los resultados
Si lo pensamos bien, cualquier estrategia de marketing que emprendamos tiene como fin último aumentar los beneficios de nuestra empresa. Bien de forma directa, bien de forma indirecta, toda acción de marketing que, por su propia naturaleza exige una inversión (tiempo, dinero, recursos humanos, etc.) que ha de proporcionarnos algo a cambio.
Si no obtenemos resultados, es mejor no emprender la acción. En este sentido sólo testando nuestra acción previamente, y evaluando su impacto a posteriori, podemos determinar si nuestros esfuerzos se encaminan en la buena dirección.
4.Pensar que lo sabemos todo de nuestros clientes
La relación que mantenemos con nuestros clientes es precisamente eso: una relación. Como relación que es, evoluciona con el tiempo, y las circunstancias (externas o internas) pueden provocar cambios en las actitudes, los comportamientos y la percepción que de nosotros tienen nuestros clientes.
Merece la pena que antes de lanzarnos a una nueva acción consideremos en qué momento o fase de nuestra «relación» nos encontramos. Lanzarnos «a ciegas» nunca suele ser una buena idea.
5. Tratar a nuestros clientes de la misma forma que nos gustaría que nos tratasen a nosotros
Aunque pueda parecer un contrasentido, la atención que podemos desear para nosotros no siempre ha de corresponderse con la que nuestros clientes consideran correcta u oportuna.
Cada persona, o siendo más amplios, tipología de cliente, desea ser tratado de una forma distinta en el sentido de que: tienen su propia opinión de lo que es su privacidad y cómo desean ser informados, y opiniones que pueden ser muy divergentes por lo que entienden que debe ser un buen servicio de atención al cliente.
Una vez más nos remitimos a puntos anteriores, y es que pocas cosas pueden resultarnos tan útiles como un buen trabajo previo de campo, de investigación y actualización constante.
6. Ignorar a nuestra competencia
De la misma forma que luchamos por hacernos por algunos de los clientes de nuestra competencia, no podemos poner nunca en duda que ellos están haciendo lo mismo con nuestros clientes.
Por tanto, ignorar las actividades de nuestra competencia, las campañas que realizan, la forma en la que prestan sus servicios, etc. es una de las formas más rápidas de empezar a perder clientes sin darnos cuenta por qué los estamos perdiendo.
Estudiar como se comportan nuestros competidores es también aprender a conocerlos, y con el tiempo desarrollar la capacidad suficiente como para predecir y adelantarnos a sus movimientos.
7. Pensar que el marketing es únicamente comunicación
Nuestra capacidad para comunicarnos con nuestros clientes es crucial para construir nuestras relaciones y asegurar el éxito de nuestra empresa, y es aquí donde el marketing tiene mucho que decir y juega su papel protagonista. Sin embargo, todos nuestros esfuerzos en este campo no servirán de nada si finalmente ofrecemos un producto por debajo de las expectativas de nuestra audiencia, o no resultamos competitivos en los canales de distribución adecuados.
8. «Olvidarnos» de la mejora constante de nuestros productos y servicios
Los grandes productos/servicios son aquéllos que, una vez desarrollados mejoran constantemente en el tiempo, con el objetivo de adaptarse a las necesidades de nuestros clientes, y a la vez consiguir ser competitivos. Como hemos afirmado en otras ocasiones, es la suma de nuestras pequeñas innovaciones la que ofrece como resultado un gran producto.
9. Limitarnos a hacer lo que hacen los demás
A todos nos gusta leer un caso de éxito en el que se explica cómo una pequeña empresa ha conseguido aumentar sus ventas o ampliar su base de clientes. Sin embargo, esto no quiere decir que aplicando el mismo modelo vayamos a obtener los mismos resultados.
Podemos inspirarnos en el ejemplo de otros, pero al final la decisión es nuestra, y no es muy inteligente desperdiciar tiempo y dinero si realmente no se trata de una solución a nuestro alcance o que se adapte bien a nuestra empresa.