Es un secreto. No se lo digas a nadie. Sólo lo puedes saber tú. Bueno tú y algunos clientes seleccionados. A lo mejor también nuestros fans en Facebook y los que reciben nuestra newsletter. Pero nadie más. Sólo vosotros vais a poder acceder a nuestro «menú secreto» o a ese local que no está «de cara al público».
Es una de las tendencias de marketing que más fuerza está cogiendo en estos momentos. Franquicias o pequeñas empresas que quieren que sus clientes se sientan especiales, compartiendo con ellos un «secreto» que en teoría sólo ellos saben. La idea que bebe directamente de los «locos años 20» tras la aprobación en 1919 de la malograda Ley Seca que provocó no sólo un auge espectacular de la mafia, sino de la apertura de un buen número de locales clandestinos.
La idea se actualizado y adaptado a lo más trendy del marketing on-line y en Estados Unidos cadenas como McDonald’s, Taco Bell o Panera. Es así como la cadena de panaderías «Panera» ofrece en las redes sociales desayunos especiales que no pueden encontrarse en el menú oficial de sus establecimientos o como McDonalds’s aunque de forma oficial insiste que no tiene ningún menú secreto, lo cierto es que muchos de sus fans conocen de sobra lo que es su «Mc10:35» o su «Protein Burger».
Pero esta cultura del secreto no es exclusiva de Estados Unidos. En España un portal de viajes como LastMinute.com promociona sus hoteles «Top Secret». En este caso el ángulo es diferente. Establecimientos de gran calidad que no quieren perjudicar su imagen de marca, se anuncian a un precio muy atractivo como «Hoteles secretos» de cara el consumidor, que sólo descubre dónde pasará su estancia una vez que haya realizado la reserva.
También las pymes juegan con lo desconocido. En Madrid por ejemplo, el «Grupo La Musa» que dispone de tres restaurantes en la capital, ofrece la posibilidad de acceder a su Junk Club, un autoproclamado local clandestino que se encuentra en los bajos de uno de sus restaurantes y al que no se puede acceder si no se tiene la contraseña.
Sin salir de Madrid un buen ejemplo también es el restaurante Mui, en el que muy pocos de sus comensales saben que en su piso superior (al que se accede por una escalera secreta) existe un local al que sólo pueden acceder unos cuantos privilegiados que han sabido leer las pistas.
El secreto por lo tanto, fideliza y vende. A veces crea un hálito de misterio que a todos nos gusta desvelar. A veces es sentirse especial por tener acceso a un bien/producto/servicio que no está disponible para todos. En cualquier caso el misterio está aquí para quedarse y para por supuesto, ser explotado por apps, redes sociales y más.
