Hace poco más de un año entrevistamos a Diana Morato, general manager de Deliveroo en España. La startup estaba en ese momento consolidando su presencia en Madrid y Barcelona y acababa de anunciar su estreno en Valencia. Las calles de las tres ciudades se acostumbraban a sus «riders» y junto a Airbnb y Cabify, la empresa británica parecía convertirse en el tercer gran pilar de la «economía colaborativa» en nuestro país.
Un año más tarde las cosas han cambiado. Para todos. Airbnb se ha convertido en un vecino incómodo para ciudades como Barcelona, que responsabilizan a esta startup de la excesiva turistificación de muchos de sus barrios. Los taxistas empiezan a ganar pequeñas batallas legales frente a plataformas de transporte. Y ahora, los riders de Deliveroo aseguran que «hasta aquí hemos llegado» y se han declarado en huelga.
Convocados por CGT, los repartidores de la startup británica han decidido parar para reclamar una mejora de sus condiciones laborales. Denuncian en este sentido que la empresa les obliga a tener disponibilidad completa pero que a cambio, solo les paga por los pedidos que entregan. Es decir, un «rider» puede pasarse dos o tres horas con los brazos cruzados, pendiente del móvil, sin que ese tiempo sea remunerado de ninguna manera.
Los afectados se han organizado bajo la plataforma @ridersxderechos, desde la que exigen un mínimo de 20 horas semanales de trabajo a todo trabajador que la solicite. Además solicitan la readmisión de 15 trabajadores que al parecer habrían sido despedidos por haber secundado un paro anterior y que se les considere como trabajadores de pleno derecho.
No nos olvidemos que estos trabajadores son autónomos y tengan o no entregas que realizar, deben abonar cada mes su correspondiente cotización social, lo que se podría incurrir en la figura ilegal del»falso autónomo». Esta figura se ha disparado con la irrupción de la «sharing economy» y empieza a preocupar cada vez más a una Administración que ve en este fenómeno una evasión fiscal de impuestos.
De momento Deliveroo, que ya cuenta con más de 1.000 riders en España, no ha querido manifestarse con respecto a a este tema. Sin embargo parece evidente que a medida que se popularizan los servicios de este tipo de empresas, es necesaria una mayor regulación que establezca límites claros para que la sobre el papel estupenda sharing economy, no se convierta en una economía basada en trabajos precarios.